El gobernador Manolo Jiménez tiene poco tiempo para resolver la encrucijada de su Gobierno y su futuro, en un contexto inédito. Políticamente aislado y financieramente atado a una deuda cuyo servicio representa el 10% del presupuesto anual, Coahuila depende de sus propias fuerzas. La falta de inversión estatal y federal en los 12 últimos años pasará factura tarde o temprano. Sin infraestructura nueva ni la ampliación de la existente, Nuevo León, Aguascalientes, Guanajuato y otros competidores de Coahuila en el sector automotriz, tomarán ventaja. El crecimiento de Saltillo no ha sido compensado con obras para desfogar la presión causada por congestión de vialidades y un transporte público caótico.
La falta de agua en la zona metropolitana Saltillo-Ramos Arizpe es una bomba de relojería. La sobreexplotación del acuífero y la parsimonia de Aguas de Saltillo (Agsal) para afrontar la demanda de una población de 879 mil habitantes (Censo 2020, Inegi) ensombrecen aún más el panorama. El suministro es determinante para la inversión y la estabilidad social. La obra federal de mayor alcance en este campo se desarrolla en La Laguna. El programa Agua Saludable (ASL) dotará de 200 millones de metros cúbicos anuales, libres de arsénico, a una población de hasta 2.2 millones de habitantes de 10 municipios de Coahuila y Durango. El gasto rondará los 14 mil millones de pesos, de los cuales ya se ha ejercido la mitad.
Jiménez necesita interlocutores con el Gobierno de la república para atraer inversiones al estado y abatir rezagos. El primer encuentro del gobernador con Claudia Sheinbaum ocurrió precisamente en La Laguna, donde Andrés Manuel López Obrador y su sucesora supervisaron los avances de ASL. La Laguna ha recibido en seis años la atención que los últimos presidentes y gobernadores le negaron por décadas, lo cual explica su atraso con respecto de Saltillo. El gabinete de Sheinbaum y su relación con Coahuila es nula por ahora. La representación del estado en la futura legislatura federal es de las menores y más débiles.
Las circunstancias obligan a Jiménez a diseñar una nueva estrategia con el Gobierno federal. El primer paso podría ser la incorporación del sistema estatal de salud al programa IMSS-Bienestar, el cual ha sumado ya a 23 estados. La ruta de la confrontación con AMLO, seguida por Miguel Riquelme y los otros nueve integrantes de la Alianza Federalista, resultó infructuosa. Además, esa vía está clausurada porque los gobernadores de oposición ahora son apenas ocho (cuatro del PAN, dos de Movimiento Ciudadano y dos del PRI). Morena dominará la escena por mucho tiempo.
Coahuila y su gobernador son los principales baluartes del PRI. Sin embargo, el peso electoral del estado en el plano nacional y los problemas derivados de la deuda, la presión política y la crisis del partido fundado por Plutarco Elías Calles, agravada por Alejandro Moreno y Rubén Moreira, anulan toda posibilidad de recuperación. El PRI de Coahuila carece de figuras en la capital del país y la huella del moreirato se asocia con el escándalo y la venalidad. La encrucijada obliga a Manolo Jiménez a ejercer el liderazgo del estado sin titubeos y a ejercer acciones conforme a las circunstancias políticas. Sheinbaum conoce la situación del estado y lo demostrará una vez que asuma el poder. La idea es pintarlo de guinda en los procesos por venir, con la actual secretaria de Gobernación, María Luisa Alcalde, en la presidencia de Morena.