Las elecciones estatales las ganan y las pierden los gobernadores. El PRI, del Estado de México, fue traicionado, por el gobernador Alfredo del Mazo. Además, la alianza opositora no supo entusiasmar a los electores mexiquenses. Alejandra del Moral, nunca logró consolidar la percepción ganadora; pese a que, en el último tramo, se convirtió en una aspirante competitiva. Finalmente, faltaron los votantes libres que pudieran cerrar la contienda. Los votantes clasemedieros, los no acarreables no acudieron.
En contraste, el presidente Andrés Manuel López Obrador, para el estado de México escogió a su candidata, Delfina Gómez, y puso a los aspirantes derrotados: Higinio Martínez y Horacio Duarte a que le hicieran la campaña. La estrategia resultó y la exsecretaria de Educación Pública federal, ganó por ocho puntos en la elección del 4 de junio del presente año. Ellos le metieron mucho dinero trabajo intenso y muy apenas sacaron adelante a la maestra. Morena ya no es una aplanadora, en ciertas circunstancias.
Por su parte, Del Moral padeció la politiquería de los enfrentamientos entre Alfredo del Mazo y el dirigente nacional del tricolor, Alejandro Moreno. Del egoísmo del panista Enrique Vargas del Villar, de la lejanía de su exrival, Ana Lillia Herrera. Su campaña fue cuesta arriba, nadie creía que podría ser competitiva.
En los duelos por tierra, Higinio y Duarte fueron muy eficientes en el acarreo. En contraste, la narrativa de Del Moral no sacó a votar a los clasemedieros en las cantidades que necesitaba, en redes la expectativa era superar el 60 por ciento del padrón en afluencia.
El apoyo de las organizaciones ciudadanas llegó muy tarde. Durante la última semana se hicieron presentes en redes, pero no lograron llegar a las mentes de los mexiquenses que podían comprender la importancia del evento.
La derrota del PRI, en el Estado de México, es el último clavo en su ataúd, como partido nacional dominante. Ahora será un partido bisagra, una rémora en busca de alianzas para sobrevivir. Una organización que gobierna parcialmente en Coahuila y Durango, compartiendo el poder con el PAN y el PRD. En la entidad norteña, la clase media votó en contra de López Obrador; y las fracturas, del morenismo facilitaron las cosas. El Partido del Trabajo y el Verde Ecologista hicieron negocios y daños.
La fracción del PRI, que quedó viva y vigente, en el marco nacional, es la moreirista, la que ha mantenido la hegemonía durante 18 años en Coahuila. Armando Guadiana falló dos veces en derrotarla, le faltó organización, seriedad y partido. Morena, Coahuila, es una colección de egoístas, oportunistas y pretenciosos liderazgos sin seguidores. Es un grupo de ambiciosos y traidores sin visión. Así, en esa entidad fueron barridos en todas las elecciones. De los 17 cargos en juego, no ganaron ni uno solo. Perdieron la gobernatura y las 16 diputaciones de mayoría.
Las lecciones, para la alianza opositora, son que la elección 2024 se gana o se pierde desde este año. En los próximos dos meses, deberán elegir a su candidato. Ya sin estructuras terrestres priistas importantes en los estados, deberán hacer una campaña presidencial, con una difusión espectacular. Necesitan carisma, popularidad y talento, cualidades que no aparecen juntas entre los 20 autodestapados prianistas. Veremos.