En esta época del año, en el norte del país, la preocupación por el abasto de agua para consumo doméstico se agrava de forma muy considerable. El domingo pasado, por la mañana, recibí una fotografía de dos paquetes de agua embotellada y un mensaje: “No más dos paquetes por cliente”. Bien caros. $145.00, cada uno. Y en seguida, “perdón era para mi señora. Una disculpa”. Sin embargo el mensaje exhibe una preocupante situación: cada día hay menos agua disponible para el consumo humano. Otro amigo que tiene una huerta de nogales aquí en la región sureste de Coahuila, nos comentó que ahora, por la sequía, está extrayendo sólo la mitad de agua para regar sus árboles frutales, el acuífero no da para más. No ha llovido. Y eso no le alcanza para suministrar el agua que requieren los nogales para ser productivos. Sólo los podrá mantener vivos.
También de las noticias se desprende que, en las diferentes ciudades de la Región Lagunera, el abasto de agua potable es un problema. En Monterrey no se diga. A diferencia de Monterrey y Saltillo, donde los acuíferos están ya muy profundos y las presas son pequeñas y con poca agua almacenada para el consumo humano, no tienen otras fuentes de agua importantes que se estén usando para la agricultura. En la Laguna sí hay suficiente agua para uso agrícola. Pero hay problemas para abastecer el uso doméstico, porque los acuíferos poco a poco, sin una recarga adecuada, se agotan, y el crecimiento poblacional es imparable, en consecuencia, las necesidades de administrar agua potable crecen desproporcionadamente.
Digo que en la Laguna sí hay agua porque el sábado pasado al regreso de Torreón hacia Saltillo, tomamos el libramiento que conecta la carretera Saltillo-Torreón con la carretera Gómez Palacio-Mazatlán o la Gómez Palacio-Ciudad Juárez. Es un libramiento de unos cuarenta kilómetros donde puedes observar a todo lo largo de esa carretera siembras de miles de hectáreas de cultivos forrajeros para alimentar a las vacas lecheras, en los municipios de Gómez Palacio, Torreón y Matamoros.
Desde la carretera se contemplan las siembras de alfalfa, maíz, avena y sorgo para el alimento del ganado. También las huertas de nogal, melón y sandía. Y además, en plena ciudad, por el rumbo de la plaza comercial Galerías, hasta enfrente de las instalaciones de la Universidad Iberoamericana, los canales de cemento van rebosantes de agua de las presas del río Nazas. Para un ciclo agrícola normal en la Región Lagunera, se demandan de la presa Lázaro Cárdenas unos mil millones de metros cúbicos de agua, para regar unas 60 mil hectáreas. Más otro tanto que se extrae del subsuelo. Según las estadísticas de la Conagua, del total de agua que se usa en la Laguna, el 87.5 por ciento lo usa la agricultura y el otro 12.5 por ciento la industria, el comercio, los servicios y el uso doméstico.
Según datos de la FAO, para producir un kilo de carne se requieren 15 mil litros de agua y para un litro de leche, estiman mil litros de agua. El agua potable en la Comarca Lagunera se provee de los mantos acuíferos que se formaron por las descargas de los ríos Nazas y Aguanaval. Según datos de Conagua la recarga anual a esos acuíferos es de unos 550 millones de metros cúbicos de agua y la extracción se calcula en unos 950 millones de metros cúbicos. Es decir, la recarga es un poco más de la mitad de lo que se extrae, por eso el abatimiento de los mantos acuíferos. En consecuencia, cada día se tiene que extraer agua a más profundidad. De más baja calidad y más cara.
Porque sí hay agua en la Laguna, es que se propuso el programa de agua saludable, a la fecha no se ha concretado, necesita 430 millones de metros cúbicos anuales, 200 millones de metros cúbicos para consumo humano; 180 millones de metros cúbicos para infiltración durante la operación; 50 millones de metros cúbicos para vegetación y diversión. Y hay voces que plantean que para recargar los acuíferos de la zona metropolitana lagunera se debe dejar que el río Nazas cruce entre Gómez Palacio y Lerdo por un lado y Torreón por el otro. Para ello se requieren 230 millones de metros cúbicos. Esto traería otros beneficios en la flora y la fauna entre las ciudades.
La región lagunera cuenta con una de las cuencas lecheras más grande de América Latina, por ello requiere gran cantidad de forraje y mucha agua, lo que provoca un déficit en el balance hídrico.
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