El periodista Carlos Loret puso el dedo en la llaga: Armando Guadiana ganó la candidatura de Morena al Gobierno de Coahuila, pero no tendrá el apoyo de Andrés Manuel López Obrador. La simpatía del presidente por Ricardo Mejía salta a los ojos, mas no será quien coordine los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación en el estado. Guadiana deberá valerse por sí mismo como pasó en la elección por la alcaldía de Saltillo, ganada por José María Fraustro. La ventaja de 11 puntos del partido guinda sobre la alianza PRI-PAN-PRD, según el líder de Morena, Mario Delgado, puede esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. Así pasó en Durango donde la coalición opositora se hizo con la gubernatura.
De acuerdo con la tesis del autor de «Historias de reportero» (13.12.22), AMLO cedió Coahuila al PRI por haber votado la reforma constitucional para mantener a las fuerzas armadas en el centro de la estrategia de seguridad pública hasta 2028. Morena y la 4T concentrarían así su atención en Estado de México, último baluarte del PRI por su peso político, presupuesto y población, superior a los 17 millones de habitantes. El juicio de Loret sobre Guadiana, como virtual candidato, es negativo. Mejía —dice— perdió por partida doble: la nominación y su rendimiento como funcionario cercano al presidente.
Mejía desautoriza la encuesta y acusa a Guadiana de ser desleal a AMLO y a la 4T. Pues los intereses que defiende y su relación con el exgobernador Rubén Moreira y la cúpula del PRI en el estado no son los del presidente, afirma. En un video publicado en redes sociales horas después de la designación de Guadiana, el subsecretario de Seguridad Pública anuncia que impugnará el resultado y movilizará a sus simpatizantes para revertir la decisión. La dirigencia nacional —denuncia— ignoró al consejo estatal de Morena, el cual le otorgó a él 42 votos para encabezar la defensa de la 4T. Reyes Flores obtuvo 11; Luis Fernando Salazar, ocho; y Guadiana, cuatro.
El dato es relevante, pues si el coordinador de los Comités de Defensa se nombró sin considerar al órgano colegiado local, podría repetirse el caso de Durango donde la candidata a la gubernatura, Marina Vitela, sin ese apoyo, perdió las elecciones. Mejía fue el único aspirante que hizo campaña dentro de Morena; y fuera, para posicionarse en las encuestas de conocimiento. Salazar gastó más en redes sociales. Guadiana nadó de muertito y presionó a López Obrador y a Morena con desplegados.
El presidente fijó su postura en la rueda de prensa de este martes. Defendió el método de encuestas, el cual —dijo— le ha permitido a Morena ganar más de
20 estados. Pidió a Mejía acatar el resultado de un proceso cuyas reglas aceptó, y compartió el desencanto de muchos por la inminente postulación de Guadiana. «Hay veces que no nos gusta el que gana, por alguna razón, porque no lo vemos joven o firme o francamente en favor de la transformación, pero no es nuestro punto de vista lo que decide o determina, es como lo ve la gente». Si el candidato de Morena tampoco le gusta al presidente, la elección —como advierte Loret— sería para el PRI de mero trámite. Guadiana debería preocuparse.
A Mejía se le acaban las opciones. Para oponerse a Guadiana sin entrar en conflicto con el presidente López Obrador, necesita apegarse a las vías estatutarias. Las movilizaciones ahondarían el conflicto y la división en Morena y le darían a Guadiana pretextos para culparlo de un mal resultado. Además, el ambiente decembrino no es propicio para marchas y manifestaciones políticas. Aun así, habrá que estar pendiente de los movimientos de Mejía y sus seguidores. El subsecretario camina por el filo de la navaja. Cualquier paso en falso podría arruinar su carrera.