En Coahuila, es momento de elecciones y traiciones. Ganará quien cometa menos errores. Morena y Mejía ya se equivocaron, y sus despegues van lentos. Sus seguidores, amlovers y prianfóbicos, los fieles y los convenencieros, están desconcertados, azorados. En contraste los aliancistas de Manolo Jiménez han mostrado orden y planeación, aunque el discurso de Jiménez es disperso, superficial y su tono es demasiado priista, todavía.
Las precampañas están en marcha y los equipos se van conformando. Son tres gallos muy jugados los que sobresalen como candidatos. Un par de ellos, destacan por las derrotas electorales que cargan a cuestas. En contraste, Manolo Jiménez marcha invicto.
Luego de la fractura del bloque morenista y la consolidación de la alianza del PRI-PAN-PRD, el exalcalde de Saltillo se quedó solo en la punta con su 42 por ciento. Armando Guadiana y Ricardo Mejía se reparten el 40 por ciento, que el bloque morenista presentaba durante más de seis meses. Las ambiciones personales metieron en problemas al partido del presidente y comprometieron las posibilidades de victoria.
No obstante, en otros estudios demoscópicos se establece que no hubo tal daño y que Mejía, solamente, se llevó un 5 por ciento. Lo que colocaría a Armando y al aliancista Manolo, en un empate técnico. Habrá que seguir atentos. Son encuestas telefónicas y con amplios márgenes de rechazo para responderlas, que van del 65 al 95 por ciento. Hay mucho voto oculto todavía. La moneda está en el aire.
Entonces, sabemos que las campañas electorales las ganan quienes cometen menos errores. Pero, en el partido guinda, ni siquiera echando a perder aprenden. Ellos comenzaron mal y ya van tarde. Para completar el escenario, los encargados de las campañas de Morena no son muy organizados ni muy diestros en el tema. Adicionalmente, Guadiana es un candidato ingobernable, poco disciplinado, que no trabaja en equipo, que delega poco e improvisa mucho. En consecuencia, pierde elecciones y obtiene menos votos de los que le corresponderían si trabajara mejor.
Los operadores naturales, del morenismo, para la elección de junio próximo en Coahuila, son Reyes Flores Hurtado y Luis Fernando Salazar. Ambos personajes, persiguieron la candidatura que les ganó Guadiana, en las encuestas, con el beneplácito de Andrés Manuel López Obrador y Mario Delgado. Tanto Salazar como Flores, tienen una larga trayectoria política y han participado en muchas campañas. Sin embargo, en los momentos importantes siempre han fallado. Incluso, en varias ocasiones, se les ha acusado de traidores o de flojos, por lo menos.
Hace seis años, en la disputadísima elección entre Miguel Riquelme y el panista Guillermo Anaya, que se resolvió en tribunales, en favor de MARS y con menos del tres por ciento de diferencia de votos, Salazar, fue señalado por los blanquiazules de fallar en la vigilancia del 15 por ciento de las casillas y en la operación de los seccionales para arrimar gente a las urnas.
Hay versiones que explican, como resultado de traiciones y descuidos de Luis Fernando, la atípica votación en favor del PRI que se dio en Saltillo, sobre todo. Este fenómeno, fue atribuido por los tricolores como el arrastre de Manolo Jiménez, quien participó como el candidato a alcalde en esa jornada electoral. Lo demás es historia, Riquelme agradeció públicamente a Manolo por el triunfo. El PAN, perdió la alcaldía de la capital del estado, que estaba en manos de Isidro López. Fue la única ciudad grande en donde los priistas ganaron en esa elección. Hubo derrotas en Torreón, Monclova, Piedras Negras y Acuña.
Mejía espera que Guadiana se desplome
En cuatro años en el cargo de superdelegado federal, Reyes Flores nunca logró conectar con los morenistas de la entidad a pesar de tener a su cargo los programas sociales tan amplios y apreciados por las clases populares. Tal vez no supo o no quiso, llegar a las bases del morenismo y no pudo ganarse el afecto de los guindas y sus simpatizantes. Su trabajo como funcionario federal no ha sido brillante. Así, ni con encuestas, ni con elecciones internas, tenía la menor posibilidad de superar a Luis Fernando, ni a Armando Guadiana ni a Ricardo Mejía.
Reyes está más acostumbrado al discurso que al contacto personal. A él, le gusta más la oratoria que el trabajo de campo. No pudo conquistar a las bases. Ya falló en la elección de Guadiana, por la presidencia municipal, hace dos años, el propio Armando lo reveló. De esta forma, solamente el poderío de AMLO podrá apuntalar la aspiración del empresario minero y además, que logre reactivar el repudio al prianismo en la entidad.
Por su parte, el lagunero, Mejía Berdeja, pretende que Don Armando se desplome. Y, que él a la par crezca. Sus planes son que la contienda se convierta en lucha entre tres. Y que, su aspiración se vuelva competitiva sin demora. Así, sin plan, sin orden, con muchos capitanes poco diestros y sin soldados eficientes es difícil ganar.
Sin presencia en las calles, ni en las redes, es más complicado, penetrar y concretar victorias. La gente de Jiménez lleva meses intensificando sus acciones en barrios y colonias. Guadiana nada más aparece esporádicamente. De su gente ni hablar, no tiene equipo. Mejía, solamente tiene un grupo ruidoso pero compacto. A los operadores políticos opositores no se les ve mucho entusiasmo.
Las elecciones locales las ganan o las pierden los gobernadores. Así, veremos que las campañas son difíciles de ganar cuando los adversarios no se han rendido. Riquelme y el PRI Coahuila se prepararon seis años; y no parecen, todavía, dispuestos a negociar la derrota y entrar al tema de las embajadas, sin pelear hasta el final.
El último bastión del tricolor será de gobierno compartido con sus aliados panistas y perredistas, bajo un convenio de coalición. La hegemonía tricolor, terminó en Coahuila. Falta ver si Manolo logra ocupar el Palacio Rosa. Aún, nada está escrito. Las cosas se ponen interesantes. Veremos.