El escenario para la sucesión presidencial se esclarece conforme se acerca el 2 de junio. Los grupos de poder y las oposiciones fracasaron en su intento de someter a uno de los Gobiernos con mayor respaldo popular en la historia de México. También fallaron los catastrofistas que auguraban la ruina del país bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador. La brecha de 22 puntos porcentuales que separa a Claudia Sheinbaum, candidata de Morena-PT-Verde, de Xóchitl Gálvez, del PAN-PRI-PRD, parece definitiva cuando solo faltan cinco meses para las elecciones. Con esa diferencia concluyeron casi dos meses de actividad y promoción mediática. Los partidos y los aspirantes a ocupar la silla del águila, incluido Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano (MC), no podrán realizar propaganda electoral en las próximas semanas. Las campañas iniciarán el 1 de marzo y terminarán el 29 de mayo.
Entre octubre y diciembre, la intención de voto por Sheinbaum aumentó seis puntos (46/52%) y la de Gálvez, dos (28/30%) de acuerdo con una encuesta de El Financiero publicada el 4 de enero. El 38% de los entrevistados declaró apoyar por completo a la exjefa de Gobierno de Ciudad de México, y el 17% se dijo comprometido con la política hidalguense. El 59% de la muestra ya tiene claro por quién votará el 2 de junio; del 17% aún tiene dudas y la franja de indecisos bajó al 15%. Los números consolidan el liderazgo de Sheinbaum, quien aventaja a Xóchitl también en opiniones positivas (50/32%), pero en juicios negativos la relación se invierte (50/34%). Lo anterior puede deberse, en el primer caso, a la aprobación de AMLO; y en el segundo, al lastre de los partidos que apoyan a Gálvez.
Para tratar de acortar distancias, el bloque opositor presenta a Gálvez como una candidata popular y de origen humilde; y a Sheinbaum, fría y distante. Con respecto a la popularidad, la pesquisa de El Financiero revela otra cosa. Al 46% le gustaría encontrarse con la candidata de Morena en una celebración de fin de año; el 27% se decantó por la panista. En los mismos rangos de 40% y 20%, igualmente favorables a Sheinbaum, son las respuestas sobre a quién preferirían tener como amiga y jefa de trabajo. Incluso como contadora de chistes en una fiesta, uno de los puntos fuertes de Gálvez, la morenista la supera a (21/33%).
En el caso del Congreso (500 diputados), la intención de voto por Morena (45% o 47% sumados el PT y el Verde) es 14 puntos mayor a la del PAN, PRI y PRD juntos (31%). Si la tendencia se mantiene, el partido de la 4T y sus aliados podrían hacerse de nuevo con la mayoría absoluta en la Cámara Baja. Lo mismo sucedería en el Senado, el cual cuenta con 128 escaños. En esas condiciones, Sheinbaum podría impulsar su agenda legislativa.
La percepción sobre qué partido ganará la presidencia también se modificó con respecto a noviembre. El 28% de los encuestados (ocho puntos más) respondió: «Morena con facilidad»; el 19% (cuatro unidades menos) coincide, pero advierte una elección competida. El 17% cree que triunfará la oposición. La esperanza de que Gálvez revirtiera las tendencias durante las precampañas se apagó. El desánimo y la desesperación son inocultables. La candidata frentista parece perdida. Las cúpulas del PAN, PRI y PRD buscan, como siempre, su propio beneficio. Gálvez ha perdido agilidad; su sonrisa y espontaneidad se eclipsaron. Sheinbaum luce segura, optimista, dueña de la situación. Se ve más presidencial. Las encuestas no son la Biblia, pero, este caso, podrían aproximarse.