Un grupo de teólogos y filósofos convocados por la alta jerarquía eclesiástica se reunió a debatir el tema, determinando que usar métodos no naturales puede ser atendible en algunos pocos casos.
En enero de 2015, el papa Francisco protagonizó otra de sus salidas de protocolo al comentar, a bordo del avión papal, que la prohibición que pretende imponer la Iglesia católica contra los métodos anticonceptivos artificiales, como el preservativo o la píldora, no significaba «que para ser buenos católicos tenemos que reproducirnos como conejos”. Francisco dijo que la Iglesia promueve la «paternidad responsable” y relató, siempre a bordo del avión, que reprendió a una filipina que había quedado embarazada por octava vez, porque eso era «tentar a Dios”, lo que supone «una irresponsabilidad”.
Aunque solo han pasado siete años y medio desde esas declaraciones, la Iglesia católica -que sí apoya métodos anticonceptivos naturales, como la abstinencia durante el período fértil de la mujer- parece haberse dado cuenta de que el mundo y el Vaticano corren por carriles diferentes, y en el texto «Ética y teología de la vida. Escritura, tradición, desafíos prácticos” se abre a la posibilidad de que el uso de anticonceptivos no naturales sea atendible para los creyentes en determinadas circunstancias que «harían irresponsable” traer niños al mundo.