Con un diseño minimalista, este impresionante yate tiene una curiosa historia detrás que retrata a su dueño, el visionario que dirigió Apple.
Los multimillonarios son las pocas personas en este mundo capaces de tener su propio superyate, inmensas embarcaciones repletas de lujo que se pueden ver desde algunas costas como la de España. Pero eso no significa que conseguirlos les resulte siempre fácil. Que se lo digan a Jeff Bezos cuyo yate pudo haberse quedado eternamente en el astillero de Rotterdam o a Steve Jobs, que nunca pudo disfrutar de Venus.
Debió de ser de las pocas veces en las que Jobs se llevó un corte por teléfono. Tras años con la idea de tener un yate, cuando se decidió por fin llamó al famoso diseñador parisino Phillipe Starck, su secretaria no reconoció al creador del iPhone y no le pasó el recado a su jefe. Por suerte, Jobs decidió insistir y volvió a llamar a Starck, a quien sí le pasaron el teléfono esta vez: «¡Monsieur Starck! ¿Conoce a alguien llamado Mr. Jobs? Quiere hablar con usted».
Tal y como contó el diseñador en una entrevista para Vanity Fair, Jobs solo necesito decir en esa llamada «¿Quieres hacerme un barco?» para que Starck aceptará. También le preguntó «¿Sabrás cómo hacerlo?», y el francés dejaba clara su experiencia en la materia añadiendo: «Por supuesto. Tengo los dedos palmeados y escamas en mi espalda. Soy anfibio».