Con la pandemia, el trabajo a distancia se ha instaurado en la vida de muchas mujeres.La opción de trabajar desde casa supone una ventaja, pero también está lleno de desventajas.
Según un reciente estudio publicado por el Observatorio de Liderazgo en la Empresa de la UPF Barcelona School of Management, dirigido por Sílvia Cóppulo, la sobre conectividad digital afecta especialmente a la salud de las mujeres que trabajan desde casa.
Los resultados son preocupantes: tres de cada cuatro mujeres, es decir, un 71,4% sufre estrés y fatiga digital. Este porcentaje manifiesta sentir estrés y el 60,7% asegura sufrir fatiga digital a raíz de la actual aplicación del teletrabajo. Los hombres, por el contrario, aducen estrés en un 58,1% y fatiga en un 46,3%. «La muestra de la encuesta es paritaria, por lo que podemos concluir que conectividad digital, salud y teletrabajo están estrechamente relacionados con el género de las personas», reflexiona Cóppulo.
Más tiempo conectadas
Lejos de ser una buena opción para conciliar, trabajar desde casa afecta tanto a nivel emocional como físico a la mujer. «En el ámbito emocional, mujeres y hombres tienen posicionamientos antagónicos respecto a la relación entre conectividad digital y soledad», apunta la directora del Observatorio de Liderazgo en la Empresa de la UPF-BSM. Una afirmación que sustenta teniendo en cuenta que las mujeres que trabajan mayoritariamente en remoto exponen que tantas horas de conexión digital las hacen sentir más solas. Sin embargo, los hombres apuntan justo lo contrario.
Una sobreconexión digital puede ser muy perjudicial. «Ellas tienen más claro que ellos que una mayor conectividad digital no supone más productividad», asegura Erola Palau Pinyana, investigadora del Dpto. de Operaciones, Tecnología y Ciencia, aunque advierte que esta sobreconexión resulta positiva para las mujeres, pero para su carrera profesional.
Tal como apuntan ambas coautoras de la investigación, es interesante observar como, mayoritariamente, son los hombres los que comandan los equipos y tienen responsabilidades superiores dentro de las organizaciones. «Ellas deben demostrar que su trabajo es de igual valor que el de los hombres y, por tanto, se ven empujadas a la sobreconexión digital», argumenta Palau, que concluye: «se exponen a elevados niveles de estrés y fatiga laborales que deben combinar con la lucha por la conciliación».