El 65% del cuerpo humano está formado por agua, el componente vital para que se desarrollen todas las funciones del ser vivo. Si damos a nuestro organismo el aporte hídrico que necesita, nos lo agradece con creces
El agua es vida, salud y alimento. Hay que tener en cuenta que en torno al 65% de nuestro peso corporal es agua, aunque ese porcentaje va descendiendo a medida que envejecemos, pasando de un 70-80% de agua al nacer a un 50% al llegar a la tercera edad. Pero ¿cómo se distribuye por los distintos órganos y tejidos del cuerpo? Aunque varía a lo largo del tiempo, estos son los porcentajes orientativos: tejido graso (10%), huesos (22%), músculos (70%), piel (72%), corazón (75%), sangre (80%), riñones (83%), pulmones (85%) y ojos (90%).
Por eso es fundamental hidratarse y beber agua de forma constante para que el organismo funcione correctamente y se disminuyan los posibles riesgos de padecer distintos problemas para la salud. Uno de ellos, y que suele pasar especialmente desapercibido, es el impacto de la deshidratación en el rendimiento cognitivo. La falta de agua, aunque sea leve, puede afectar a la atención, la memoria y el tiempo de reacción por la reducción del flujo sanguíneo y el suministro de oxígeno al cerebro, que está formado en un 75% de agua.