El PRI, que en otros tiempos fuera el partido hegemónico en México, ha experimentado una drástica reducción en su influencia política en los últimos años. Con apenas dos gobernadores y una presencia cada vez menor en el Congreso, el partido tricolor se encuentra confinado a bastiones rurales y ciudades pequeñas, principalmente en estados como Coahuila, Durango y el Estado de México.
Viri Ríos señala que los últimos bastiones priistas se caracterizan por:
- Lealtad a liderazgos locales: El PRI ha sobrevivido gracias a la lealtad de sus seguidores a figuras políticas locales arraigadas en sus comunidades.
- Empobrecimiento relativo: Si bien no se encuentran en las zonas más pobres del país, estos bastiones han experimentado un aumento en la pobreza durante el gobierno de López Obrador, a diferencia de otras regiones.
- Ruralidad: El voto priista se concentra en zonas rurales y ciudades pequeñas, donde la política social y laboral del actual gobierno no ha tenido los mismos resultados que en otras áreas.
- Rechazo al PAN: Cuando los priistas abandonan el partido, prefieren migrar a Morena antes que al PAN, lo que indica una mayor afinidad ideológica con el partido de López Obrador.
La columna de Ríos destaca que el PRI ha perdido terreno, especialmente entre las clases bajas, que ahora se inclinan más por Morena. Además, el partido tricolor se ha mantenido fuerte en zonas donde el gobierno federal no ha logrado reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de la población.
En conclusión, el PRI se encuentra en un momento crítico de su historia, reducido a un partido regional con una base electoral cada vez más envejecida y rural. Su futuro dependerá de su capacidad para adaptarse a los nuevos desafíos políticos y sociales, así como de su habilidad para renovar sus liderazgos y propuestas.