El clima sucesorio lo impregna todo. Si Coahuila hizo las paces con el presidente Andrés Manuel López Obrador en la toma de posesión del gobernador Manolo Jiménez, el alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda, abordó el tema desde una perspectiva más profunda en su segundo informe: «2024 será un año decisivo para el futuro de México». Efectivamente, en menos de seis meses se elegirá a la sucesora de AMLO. Si la silla del águila es para Claudia Sheinbaum, la 4T se afianzará por mucho tiempo como la ideología política dominante. Máxime si la coalición de Morena, PT y Partido Verde conserva la mayoría en el Congreso y en el Senado; y más aún, si la incrementa. Coahuila nombrará también alcaldes; algunos, en funciones, aspiran a un segundo periodo.
Frente al que definió como «uno de los procesos democráticos más grandes», Cepeda pidió reflexionar acerca de «¿Qué modelo económico conviene asumir y cuál imagen queremos dar al resto del mundo (…), qué es lo más conveniente para nuestras familias y qué queremos dejarle a nuestros hijos». Instó, sobre todo, a «pensar en Torreón y en Coahuila». En ese sentido, y aunque el mensaje entre líneas es obvio, asumió el compromiso de actuar «institucionalmente, con orden, firmeza y estrategia». La fórmula ha dado resultados, pues la metrópoli lagunera empieza a salir de un estancamiento prolongado para desarrollar su potencial y competir de nuevo con las grandes capitales. Una clave para conseguirlo ha sido pasar del papel de víctima de un gobierno centralista (inclinado por Saltillo) al de protagonista.
Torreón, como Roma, tampoco se construyó en un día, aunque, en su caso, y a diferencia de Saltillo, ha tenido alcaldes realmente infames y padecido la inquina de gobernadores como Humberto Moreira. La discontinuidad es uno de los motivos del atraso de la ciudad que otrora destacó a escala nacional por su crecimiento, pujanza y liderazgo, eclipsados después por el conformismo y la atonía. La ciudad «de los grandes esfuerzos», sin embargo parece haber pasado página a ese periodo de aletargamiento. Aún existen obstáculos, rezagos sociales y carencias, pero hoy el ánimo es otro. Cepeda atribuye «el gran momento» de Torreón a la unidad y a la coordinación con el Gobierno del estado, en otro tiempo conflictiva.
Los 195 mil sufragios obtenidos por Jiménez en Torreón representan poco más del 25 por ciento de la votación captada en el estado (765 mil). La ciudad espera, por tanto, un trato correspondiente. El gobernador ofreció de entrada atraer más empresas, fomentar el empleo, desarrollar infraestructura, ampliar los programas sociales y realizar una «inversión histórica» en agua y drenaje en las colonias populares. Un clamor secular es el drenaje pluvial. Para enfatizar la importancia que concede a la ciudad, Jiménez dijo que en los 10 primeros días de Gobierno estuvo en ella cuatro veces.
La reelección en nuestro país tiene mala prensa por las experiencias de la historia, pero funciona en los países democráticos en todos los niveles. En México se limita a alcaldes, diputados y senadores por periodos determinados. A los presidentes municipales los obliga a competir consigo mismos y a brindar mejores resultados. En los casos de Torreón y Saltillo, el desempeño de Román Alberto Cepeda y José María Fraustro los acredita. El PRI deberá calibrar a los candidatos bajo criterios objetivos, pues siempre serán los electores quienes tengan la última palabra.