La atonía de los partidos, la crisis de liderazgos en todos los ámbitos y la falta de dirección e intermitencia de movimientos ciudadanos como el organizado en torno al Instituto Nacional Electoral para repudiar la reforma electoral denominada «plan B», quedó de relieve en la presentación del Colectivo por México («Mexicolectivo»), el 30 de enero. La inasistencia de Cuauhtémoc Cárdenas a la presentación del proyecto Punto de partida convirtió el lanzamiento de la plataforma política digital en el parto de los montes. El nuevo frente anti-AMLO perdió la batalla mediática, pues la ausencia del líder moral de la izquierda opacó al elenco completo.
El escritor Jesús Silva Herzog-Márquez, crítico equilibrado y punzante del lopezobradorismo, dio la bienvenida al bloque, impulsado por políticos de antaño: «Hace unos días apareció un nuevo grupo opositor (…) de los que se reúnen cada par de semanas para escucharse haciendo la misma denuncia». El autor de La casa de la contradicción coincide en lo esencial con el discurso del Colectivo por México, centrado en la veleidad e irracionalidad de las decisiones gubernamentales, la militarización, la destrucción de las instituciones y el necesario cese de la polarización. Sin embargo, no le parece «muy útil en estos momentos contar con otra convocatoria de lamentos» (Reforma, 06.02.23. “El proceso es la sustancia”).
Nieto del economista y escritor Jesús Silva Herzog, clave en la nacionalización del petróleo durante el régimen del general Lázaro Cárdenas, Márquez juzga innecesario «otro desplegado de famosos que activen las alarmas del avance del autoritarismo». Tampoco le parece «especialmente útil una convocatoria abstracta a la reconciliación y al diálogo. Lo que corresponde a la sociedad política es otra cosa: pactar el camino. Mientras los morenistas hacen campaña para conquistar al supremo encuestador, las oposiciones parlotean en foros. Hablan de urgencias democráticas y pierden el tiempo».
Las oposiciones y sus adláteres del sector privado, la academia y los medios de comunicación navegan entre la estridencia, la nadería y el temor a ser expuestos por el presidente López Obrador en sus ruedas de prensa matutinas o en las redes sociales. Esperan de la ciudadanía el milagro para derrotar al atila de la 4T. Mas no será con actitudes autocomplacientes y coaliciones fracasadas (Va por México) como lo consigan. Herzog-Márquez propone otra ruta (la seguida por AMLO): «la confrontación abierta, intensa, de opciones. (…) Quienquiera aterciopelar el camino prepara la debacle. Es necesario (…) el auténtico debate que es, inevitablemente, áspero. Quienes apuesten a la política del cónclave repetirán el fracaso del 2018. (…) La oposición debe dejar de ser una mutualidad de banalidades», concluye.
El propósito de ostentar a Cuauhtémoc Cárdenas como eje del Colectivo por México era socavar el liderazgo de López Obrador, dividir a la izquierda y presentar a Movimiento Ciudadano como la alternativa para las elecciones presidenciales del año próximo. Colocar al fundador del PRD al frente de un nuevo movimiento —pero con políticos de la vieja guardia vinculados a la partidocracia y a los últimos presidentes— representaba también una provocación. Al final, Cárdenas se deslindó. Las «consideraciones políticas» —no aclaradas— para hacerlo son obvias. Romper con la 4T significaba, de algún modo, ir contra un proyecto político y social de raíz cardenista, combatido tanto ayer como hoy por las élites y los poderes fácticos.