Starbucks, que desde enero de 2023 obliga a sus empleados a acudir a sus oficinas, como mínimo, tres veces a la semana. Algo de lo que no se va a librar ni siquiera Brian Niccol, su nuevo y flamante CEO que se incorporará a su cargo el próximo 9 de septiembre en sustitución de Laxman Narasimhan. En sus manos estará la responsabilidad de sacar de su particular crisis a una de las multinacionales más famosas del mundo.
Recientemente, la carta con la oferta de Starbucks a Brian Niccol se filtró y en ella se pudieron encontrar detalles muy interesantes. Por ejemplo, que cobrará 1,6 millones de dólares al año más incentivos, los cuales pueden llegar a los 7,2 millones de dólares. Una cifra alta, pero no descabellada si se tienen en cuenta las responsabilidades que asumirá, el prestigio con el que llega y la categoría de la marca que va a dirigir. La polémica se encuentra en el apartado relacionado con el trabajo en la oficina.
Irá en jet privado
Brian Niccol actualmente reside en Newport Beach, California, mientras que la oficina en la que tendrá que personarse tres veces a la semana está en Seattle, Washington. Aproximadamente, ambos lugares están separados por 1.600 kilómetros, lo que hace imposible que pueda acudir cada día en coche o en transporte público, como sí harán la inmensa mayoría de sus empleados.
Un portavoz ha confirmado que la compañía espera que el nuevo CEO cumpla con los tres días obligatorios de oficina, a pesar de que no está obligado a mudarse a Seattle. Entonces, ¿cómo lo hará? Al parecer, en un jet privado corporativo. Y es que el contrato prevé una partida de 250.000 dólares anuales para “viajes entre su ciudad de residencia y la sede central” a través de este medio de transporte.
Esta cláusula ha sido ampliamente criticada, sobre todo en redes sociales, donde se cuestiona la coherencia entre el uso de un jet privado y las políticas de sostenibilidad que Starbucks promueve. También se está criticando duramente a Starbucks por el contraste con las condiciones laborales del resto de los empleados, quienes deben cumplir con la política de trabajo híbrido sin ventajas adicionales, aunque para ello tengan que mudarse o asumir desplazamientos de varias horas pagados de su bolsillo.