Van Gogh y Picasso calientan la temporada de otoño en una subasta de más de 290 millones de euros (332 millones de dólares) en Christie’s de Nueva York, que recupera el público en directo
La sede de la casa de subastas Christie’s, en la milla de oro de Manhattan, es estos días un hervidero de visitantes. Se celebra una de las citas clave del mercado del arte, la temporada de otoño, y las primeras pujas con público desde la pandemia, si bien aún en formato híbrido, con postores en línea desde una treintena de países. Cientos de pinturas que muchos museos del mundo soñarían con atesorar se muestran al público, compuesto por una mezcla de curiosos, estudiantes, ejecutivos de impoluto traje y señoras bien con bolsos que no bajan de las cuatro cifras. Resulta difícil concentrar la vista en una sola obra: tal es la sobreestimulación artística —y el apabullante alarde de riqueza, con precios mareantes— que encierra el lugar. La pandemia, lejos de debilitar el mercado, parece haber incrementado el apetito
Buena parte de los visitantes es consciente de que, de no ser por estas oportunidades, resultaría imposible contemplar obras cuya existencia discurre en paralelo a la de la vida pública de los museos: un retrato femenino y violeta de Picasso, o las figuras vaporosas y traviesas de Chagall que parecen mecerse en la corriente.
Información de EL PAÍS | MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO