El brutal enfrentamiento entre hinchadas en un partido de la liga mexicana refleja la caótica realidad del país, una de las sedes del Mundial 2026
Diego Mancera del El País, describe el horror de la violencia en México, que se ha colado también en los estadios de fútbol. Las sangrientas y brutales imágenes que ha dejado la batalla campal del sábado en Querétaro, entre seguidores locales y del Atlas en un partido de liga, trascienden la posible rivalidad entre dos hinchadas en un espectáculo deportivo. Es el reflejo de un país en el que la violencia lo impregna todo: la de las masacres diarias, la de los desaparecidos, la que mata siete periodistas en lo que va de año. Un país en el que las preguntas se acumulan, las respuestas son insuficientes y las dudas se ciernen sobre cada suceso. Un país, este México, en el que cada vez cuesta más describir el nivel de degradación al que se llega. O cómo se puede si no explicar que por llevar una camiseta contraria a la tuya acabes desnudo, pateado y humillado, entre la vida y la muerte.
Cuesta también ponerle adjetivos o sustantivos a lo que ocurre. Batalla campal, pelea, incidentes… Todo resulta escaso para definir esta nueva tragedia, palabra que, por otro lado, ya resulta casi inocua en México.