El alcalde neoyorquino Adams, que prometió hacer de la ciudad un refugio, denuncia la saturación de los albergues por la afluencia de extranjeros, en su mayoría latinoamericanos
Tras llenar de migrantes irregulares las calles de Washington, el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, ha desviado la presión a Nueva York, a donde la semana pasada envió el primer autobús chárter de indocumentados en un pulso a la Administración demócrata que, en el caso de la capital federal, amenaza con desbordar los servicios sociales. Tanto, que el Pentágono ha rechazado el envío de miembros de la Guardia Nacional, un cuerpo de reservistas que habitualmente se despliega en las emergencias, para atender a los migrantes, como habían solicitado las autoridades del Distrito de Columbia.
El autobús llegado el viernes a Nueva York, con 54 personas a bordo, menores incluidos, no es el primero que Abbott fleta a la Gran Manzana, con el argumento de que el alcalde Eric Adams ha prometido hacer de la ciudad “un refugio” y queriendo hacerle partícipe de la crisis migratoria que a su juicio vive el Estado fronterizo. Aunque la mayoría de los migrantes se fueron quedando a lo largo del trayecto, muchos aseguraron al llegar que no sabían el destino final. Además de problemas logísticos, como el reto de hallar acomodo a los recién llegados en una red de “albergues ya saturados por solicitantes de asilo”, según Adams, los migrantes arrastran expedientes de solicitud de asilo o residencia presentados en los Estados por los que entraron al país, por lo que la resolución de sus casos queda ahora en el aire.