La tensión entre Rusia y Ucrania amenaza el suministro energético a los países del centro y este de la UE, los más dependientes de Gazprom
Desde hace dos décadas, Rusia utiliza el gas como un poderoso brazo de su política económica. Al Kremlin no le han dolido prendas para cerrar el grifo a la hora de castigar a Gobiernos antirrusos en Europa. La guerra del gas ha sido la espada de Damocles que sobrevolaba las cabezas de Ucrania, Moldavia o Bielorrusia cuando llegaba el más crudo inviernos y su población necesitaba poner la calefacción para protegerse del frío.
Ahora, en medio de la tensión entre Rusia y Ucrania que amenaza con hacer estallar una guerra en el Este de Europa, Los Veintisiete miran con recelo a Moscú mientras ultiman una contundente batería de sanciones contra Moscú en caso de que Vladimir Putin ose violar (otra vez) la soberanía territorial ucraniana. Si bien es cierto que la economía rusa se vería fuertemente golpeada en caso de ver cerradas las puertas de su principal socio comercial, el monopolio estatal ruso Gazprom es también el primer suministrado de gas de la mayor parte de los países del centro y este de la UE.