Coahuila entra a una temporada decisiva para su futuro. Los coahuilenses, tendrán la oportunidad de convertirse en ciudadanos. Sus votos podrían marcar nuestro destino y el de nuestras familias para los próximos seis años. Por primera vez, en décadas, la calidad de vida podría estar en juego en una elección. Ya se habla de arreglos cupulares y aun no hay certezas. La moneda está en el aire.
Se enfrentan dos visiones de país diferentes. Aunque los representantes de los bandos participantes son millonarios los dos. La principal diferencia es que el presidente es el jefe político de los gobernadores morenistas y seguramente tratará de imponer su modelo para hacer las cosas. Esto incluye esencialmente el rubro de los abrazos y no balazos en materia de seguridad. Por el momento, Coahuila es un oasis de vida pacífica en el violento norte de México, tan agobiado por la delincuencia. En eso, Miguel Riquelme, el actual gobernador, ha marcado la diferencia con sus vecinos.
La elección no será de un contraste de ideologías. Ambos participantes son empresarios y millonarios. Ambos estudiaron en el Tec de Monterrey sus ingenierías y maestrías. Uno, es hijo de mineros y el otro de un constructor.
Armando Guadiana pasó gran parte de su vida construyendo su fortuna, tiene 76 años mientras que Manolo Jiménez solamente tiene 39 y se ha concentrado durante 13 años en el servicio público. Sin embargo, detrás de cada uno existen grupos de poder muy fuertes. Como siempre, la política nacional y coahuilense está contaminada por intereses locales y nacionales.
Manolo, desde hace meses se perfiló como favorito a llevarse la nominación de los tricolores. Tanto Eduardo Olmos Castro, como Jericó Abramo no lograron levantar pasiones entre tricolores, ni entre ciudadanos, para vencer los vetos del grupo dominante en el PRI local.
Don Armando, ganó las encuestas internas morenistas al ser el más conocido y apreciado entre los electores. Sin embargo, su victoria causó sorpresa entre guindas y tricolores. También, disgustos por parte de Ricardo Mejía Berdeja, quien se había, rápidamente, colocado como uno de los favoritos entre los seguidores de la 4T. Además, se le consideraba favorito de palacio nacional, de donde se le percibía muy distante a Guadiana por su cercanía con el senador Ricardo Monreal.
Como las intrigas y los trascendidos son ingredientes esenciales en la vida política comarcana, ya se habla de negociaciones de varias bandas, que involucran a varios estados, personajes y temáticas. Entre la clase política, se comenta que hubo unos pactos entre el presidente y la dirigencia priista, siempre tan poco confiable, para que Morena no presentara como candidato a Ricardo Mejía en Coahuila. A cambio, dicen, se votó por la militarización del país. Algunas versiones van más allá, e incluyen en las negociaciones, al Estado de México y a la tranquilidad personal de los jerarcas tricolores en temas judiciales, abiertos o por abrirse.
La alianza PRI-PAN-PRD, abre un abanico de posibilidades y le dará competitividad a Manolo. El gobierno de coalición busca dar confianza a los participantes, y también brindar un poco a los ciudadanos. El gobierno emanado de ella no sería totalmente priista, por primera vez en más de 90 años.
Lo cierto, es que los laguneros perderán el Palacio Rosa, tal vez por otros 50 años. Riquelme lo había conquistado en el 2017, luego de Braulio Fernández quien la dejó a finales de la década de los sesenta del siglo pasado.
Así, negociado o libre, los ciudadanos estaremos ante un proceso que puede alterar la armonía, el desarrollo y tranquilidad de las ciudades que habitamos. Habrá que informarnos y enterarnos muy bien de los compromisos y propuestas de los candidatos en campaña. El futuro de nuestras familias estará en juego. También, la extinción del PRI en el país. Veremos.