Mariano López Mercado (MLM) renunció a la alcaldía de Torreón en el último año de su Gobierno (1996) por irregularidades administrativas. Empero, la falta de investigación y de castigo supuso un móvil político. Separar a alguien de un cargo a cambio de impunidad es una práctica común en México. MLM no era el favorito del gobernador Rogelio Montemayor para la alcaldía lagunera, sino Francisco Dávila u otro perfil empresarial. La nominación de MLM la decidió el PRI nacional, entonces bajo la presidencia de Fernando Ortiz Arana, amigo y compañero suyo en la LV legislatura federal. Salvador Jalife, líder de la Canacintra, fue su relevo.
Ninguno de los alcaldes de Torreón en el sexenio de Montemayor fue de su simpatía. La alternancia en el capital lagunera, en las elecciones intermedias de 1996, la decidieron dos factores: a) las cualidades del candidato del PAN, Jorge Zermeño; y b) la abstención y el voto adversos de los sectores del PRI (CTM y CNOP) resentidos con el Gobierno por la renuncia de López Mercado. Montemayor dirigió su apoyo a Matamoros, donde encontró en Jesús Contreras Pacheco un aliado eficiente y leal. Se lo demostró durante su residencia forzosa en Estados Unidos a causa del Pemexgate.
Meses después de la defenestración de López Mercado, el PRI sufrió una derrota que puso al estado al borde de la alternancia. El PAN ganó las alcaldías de Torreón, Saltillo, Monclova, Ramos Arizpe y Frontera, y rompió la hegemonía de 67 años del PRI en el Congreso. La gubernatura la salvó Enrique Martínez, en 1999, cuyo arraigo y carrera política le permitieron vencer a Juan Antonio García Villa, postulado por la primera gran alianza opositora del país, formada por el PAN, PRD, PVEM y PT. También recuperó las alcaldías y la mayoría en la legislatura. El triunfo del PRI no solo se basó en la imagen de su candidato, sino también en una estrategia diseñada para dividir el voto de la coalición, en argucias legales y en la complacencia de la autoridad electoral.
La ola enriquista recuperó Torreón con Salomón Juan Marcos Issa, el candidato derrotado en los comicios previos, quien realizó un buen papel en la alcaldía. Sin embargo, movimientos equivocados de los operadores políticos del gobernador, metidos de lleno en la sucesión estatal, dividieron al PRI. En los comicios de 2022, el montemayorista Francisco Dávila se postuló por el PT y el PRI volvió a perder Torreón. Guillermo Anaya (PAN) se hizo con la alcaldía sin dificultad, y estableció una relación cordial con Martínez. Posteriormente, Anaya fue senador y candidato a gobernador en dos ocasiones. Concluida la jornada electoral del 4 de junio 2017, el torreonense se retiró a descansar como virtual vencedor, y al amanecer del día siguiente el Instituto Electoral del Estado ya había declarado a Miguel Riquelme ganador.
El trato de Humberto y Rubén Moreira con La Laguna fue siempre solapado, tirante, lleno de trampas. El clan coptó a políticos y empresarios, los cuales, a cambio de posiciones, contratos y privilegios, cerraron los ojos y callaron frente a desmanes como la deuda, la violencia y las desapariciones forzadas. Quienes no se sometieron fueron objeto de acoso y campañas de desprestigio. La Laguna se estancó y vivió sus peores años durante el moreirato. Los agravios no se han olvidado y el rezago tardará mucho tiempo en superarse. Torreón siempre ha pagado costos de la inquina política.