López Obrador despierta un repudio casi irracional entre las clases altas mexicanas. Desde la aversión más evidente hasta el vedado desprecio, las emociones que genera el presidente y su movimiento son un abanico palpable de sentimientos y pasiones.
Esto ha llevado al Obradorismo a interpretar a este sector bajo una perspectiva también emocional: las clases altas se sienten resentidas, dicen, porque a pesar de que no han perdido privilegios, les disgusta la narrativa de López Obrador que los hace sentir culpables o culpados.
Hoy quiero retar esta interpretación con datos y evidencia.
De la misma manera en la que rechazo a quienes atribuyen la popularidad de López Obrador al resentimiento, me parece inaceptable asumir que el rechazo de las clases altas al presidente venga solo del rencor. Por el contrario, los datos muestran que, para los hogares del estrato alto de ingreso, el sexenio de López Obrador ha sido bastante difícil [1].
Durante el sexenio, el ingreso de los hogares de estrato alto ha caído, a la par que el resto del país ha mejorado. De 2018 a 2022, los estratos altos redujeron su ingreso en 14%, mientras que el resto del país lo aumentó en 4%.
Esto tiene sentido. Los aumentos en salarios y la reducción del outsourcing han reducido las ganancias de los dueños de las empresas. Según la OCDE, mientras que en 2018 el 66% del valor generado por las empresas se quedaba en manos de los dueños (y el resto en manos del trabajador), ahora el valor se redujo a 58%, el nivel más bajo del que se tiene registro, es decir desde 2003 [2].
Otras acciones del gobierno han reducido la capacidad de los estratos altos de extraer ganancias. Se han sustituido contratistas privados por acciones comunitarias o del ejército, se ha reducido la cantidad de recursos que se destina a los medios de comunicación, se han reducido los subsidios a universidades privadas y se han detenido las inversiones privadas en el mercado energético.
Además, el SAT se ha endurecido y ahora recauda 33% más a los grandes contribuyentes de lo que hacía en 2018 [3]. Raquel Buenrostro cuenta que en reuniones privadas los empresarios le dicen que nunca nadie les había cobrado tanto [4].
Quizá lo que menos le perdonan las clases altas a López Obrador es el manejo de la pandemia. La razón es evidente. La crisis fue particularmente dura con una de sus principales fuentes de ingreso: las empresas. La pandemia ocasionó la muerte de casi 400 mil negocios, el 8% del total [5]. Los empresarios rogaron por apoyos, querían dejar de pagar impuestos y recibir créditos preferenciales con dinero público, pero no se les dieron. El 97% de las empresas no recibió apoyo [6].
Hay una paradoja en el rencor que el estrato alto le tiene a López, como lo llaman: quienes más lo rechazan no son las personas ricas, sino las clases altas no-ricas. Es decir, el rechazo es más grande en hogares con ingresos de entre 65-141 mil pesos mensuales, que entre los que ganan 1.6 millones de pesos mensuales o más.
Esto es paradójico porque todos los datos muestran que los más afectados por el sexenio han sido los más ricos. Por ejemplo, entre las familias de estrato alto no-rico, de 2018 a 2022, el ingreso cayó 7%, mientras que entre los ricos cayó más del doble (18%).
Los más enojados deberían ser los más ricos, pero no es el caso. La lógica es sencilla. A una familia que gana 99 mil pesos le duele mucho más perder 7 mil pesos de ingreso, que a una familia rica perder 287 mil pesos. Esto se debe a que la primera muy probablemente utiliza su dinero en mantener su nivel de vida en aspectos todavía relativamente básicos (i.e. colegiaturas, vacaciones, etc.). En cambio, para las familias ricas, el cambio en ingreso es marginal comparado con el valor total de su portafolio de inversiones.
Hay algo importante: los estratos altos no la han pasado bien, pero no deberían estar resentidos. A pesar de las reducciones en el ingreso que han tenido, los estratos altos continúan siendo muy, muy ricos en comparación con el resto del país y continúan controlando una cantidad desorbitante de la riqueza del país. En 2018, se quedaban con el 66% de los ingresos nacionales, ahora se quedan con el 64% [7]. Esta es una proporción altísima comparada con el resto del mundo y nos convierte en el quinto país más desigual del mundo, con esta medida.
Falta mucho camino por recorrer, tenemos que encontrar formas de volver a México un país más justo.
Fuentes: [1] Todo este texto utiliza datos de ingreso del hogar promedio, deflactados a 2022, con deciles calculados por ingreso per cápita del hogar. Ingreso ajustado por cuentas nacionales siguiendo la metodología del Método de Medición Integrado de la Pobreza (2023) que considera tamaños de empresa, líneas de pobreza regionales. No se considera el ingreso por transferencias de gobierno. Estrato alto se define como el top-10%, y ricos como el top-1% ; [2] Valor agregado de las corporaciones no financieras (2003-2022); [3]SHCP. Indicadores de recaudación Enero-Junio (2018 vs. 2023); [4] Entrevista con Sabina Berman, Largo Aliento (9 sep 2023); [5] INEGI (2021). Estudio sobre la demografía de los negocios EDN 2021. INEGI; [6] INEGI (2021). Encuesta sobre el impacto económico generado por COVID-10 en las empresas, tercer evento. INEGI; [7] WID 2020. National income distribution, decil X.
https://www.milenio.com/opinion/viri-rios/no-es-normal/el-enojo-de-las-clases-altas