Los primeros 40 años del pasado siglo, habían transcurrido después del conflicto armado, en un detenimiento de la actividad económica restringido a las labores de la agricultura, la ganadería y la minería. La apertura del modelo mexicano a través del mencionado “milagro” en el sexenio de Miguel Alemán, situó al país en la mira del comercio internacional, aunque de manera incipiente.
La serie de restricciones a la inversión extranjera formuladas por Ruiz Cortines y López Mateos, limitaron la apertura del comercio de mercancías del exterior y la atracción de empresas se genero hasta pasado ese tramo de sexenios.
La industria maquiladora floreció en la frontera norte del país y vino a dar el impulso necesario a la importación temporal de mercancías para su maquila. De esa forma tuvieron que transcurrir mas de 40 años para que México ingresara a un club de intercambio comercial internacional con la firma de intención de ingreso al GAAT en Agosto de 1986, que acarreo beneficios al libre comercio mundial provocando el ingreso de mercancías de otros países que a su vez recibían productos mexicanos sin aranceles, lo que generó una nueva dinámica al acceso de alimentos, aparatos electrodomésticos e inclusive automóviles, algo bueno hizo Miguel de la Madrid en su sexenio de crisis y deudas.
La posterior firma del TLC entre México, Estados Unidos y Canadá en 1993, también benefició a nuestro país y digamos le generó ventaja competitiva, ya que nunca se trato el tema de los salarios que evidentemente repercutieron en el éxodo de más compañías americanas y canadienses a este paraíso laboral que era México hasta hace poco tiempo.
Con la nueva condición que se aceptó por México en el nuevo acuerdo TMEC en 2018, la posición de nuestro país resulta incomoda ya que de improvisto y con la falta de experiencia de los negociadores mexicanos alentados desde la 4ta transformación, se firmó un garapiñado que sometió a nuestro país a una serie de procesos que incluyen : el aumento desproporcional de los salarios mínimos hasta los 248.00 pesos para el 2024 (desde la base de 88.00 pesos diarios, un 180% en 6 años), la aplicación de la norma 035, del convenio 98 y la creación de un mecanismo de respuesta rápida para temas de índole laboral en empresas que vendan productos a esos dos países. (Así o más joda).
Ahora bien, dentro de los compromisos de aplicar el convenio 98 que refiere la libertad y autonomía sindical y debido a que la STPS es el nicho de acción de un abogado agraviado por el oficialismo durante años (Arturo Alcalde Justiniani) la interpretación de este compromiso internacional fue en el sentido de tener que legitimar todos los contratos colectivos del país, con la excusa de confirmar la legalidad y existencia de los mismos en donde se continua considerando a los trabajadores del país como unos ignorantes y a los patrones como unos explotadores.
Según cifras de la citada secretaría existen en el país 139,000 contratos vigentes. Si bien es cierto algunos de ellos, tal vez el 5% son contratos de protección, el resto son contratos que pasaron por un proceso de negociación sindical y fueron depositados debidamente ante las autoridades del trabajo.
Sin embargo, se optó por la forma más complicada que consiste en un proceso de votación por parte de todos los trabajadores acerca de aceptar o no, el contrato vigente que se tenga en una empresa.
Después de un plazo de 2 años que finalizaba este 1 de mayo de 2023, solamente se han legitimado el 9% de los contratos, por lo que quedan 126,490 sin hacerlo y cuentan con solamente 4 meses para legitimar, es decir de a 1580 legitimaciones por día.
Esta situación mal planeada generara no solamente un exceso de actividades en la STPS de la que no tiene capacidades para logarlo, amén de una serie de conflictos intersindicales.
Pero la lógica no es una característica de esta administración cuyo motivador principal es la revancha.
Si 139,000 contratos están depositados e identificados por la autoridad laboral, no hubiera sido más sencilla la confirmación administrativa por parte de sindicatos y empresas en el seno de la autoridad en una simple audiencia de confirmación y análisis. Pero bueno como se afirma: pocas cosas buenas pueden surgir del rencor y el agravio.
Suerte compañeros.