El proyecto de unir las dos costas mexicanas entusiasma a los empresarios, pero la falta de información está generando especulación sobre las tierras aledañas, donde las comunidades denuncian despojos violentos ligados al crimen organizado
Entre los proyectos emblema del presidente, Andrés Manuel López Obrador, hay uno que ha generado más entusiasmo y menos críticas del sector privado: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. En México se encuentra la ruta terrestre más corta entre el Golfo de México y el Océano Pacífico, por lo que la idea de un tren que transporte mercancías entre Oriente y Occidente pinta como una gran oportunidad. Pero la competencia global y hasta el cambio climático amenazan con atrofiarlo. Mientras tanto, cientos de habitantes reclaman haber sido violentamente despojados de sus tierras por especuladores ligados al crimen organizado.
El Gobierno de López Obrador ha sido el primero en mostrar avances en el proyecto, el cual no sólo incluye 304 kilómetros de vía ferroviaria entre los dos puntos, sino la licitación de diez zonas económicas especiales. La idea es que se aproveche la ventaja logística para que empresas ocupen parques industriales en terrenos aledaños al tren en los que empleen a habitantes de Veracruz y Oaxaca, dos de los estados más pobres del país. Según López Obrador, la inversión será de 120.000 millones de pesos.
El concepto de zonas económicas especiales, conocidas por sus siglas ZEE, ha sido utilizado en muchos países del mundo y consiste en ofrecer incentivos fiscales a cambio de que se genere una actividad productiva. El Gobierno estima que captará 7.000 millones de dólares en inversión a través de la licitación de tan solo la mitad de las ZEEs. Pero la Cuarta Transformación, como se auto denomina esta Administración Federal, se ha alejado del término, ya que su antecesor propuso ZEEs en la misma región del país, sin mucho éxito. En lugar de ZEEs, las llama “polos del bienestar”.
El Istmo no competirá con Panamá, pero sí competirá con Michoacán, en donde está ubicado el puerto Lázaro Cárdenas, uno de los más activos y de donde se desprende la única infraestructura ferroviaria que conecta a los tres países que conforman Norteamérica. Las vías son propiedad de Canadian Pacific Railway desde 2021. De ahí salen productos que México exporta a sus socios en el norte, así como algunos que ya llegan de Asia.
El Istmo también está en una competencia contrarreloj con el cambio climático, ya que el deshielo que se está provocando por el calentamiento global en el norte de Canadá está creando una nueva vía acuática natural que pudiera conectar Asia con Europa, pasando, convenientemente, por Norteamérica. “Esto no es una locura”, asegura Durán, “el deshielo ya está sucediendo”. De acuerdo con un análisis científico, la nueva ruta pudiera estar lista para 2035.