La idea de que solo triunfan aquellos que sacrifican su descanso y rascan más horas a su día levantándose muy temprano está muy diseminada en la cultura del liderazgo. Los estudios, en cambio, son contradictorio
Este pensamiento cogió fuerza entre los millonarios a raíz de la publicación de un libro de Robin Sharma titulado The 5AM Club: Own your morning, elevate your life (algo así como «El Club de las 5 de la mañana. Sé dueño de tu mañana, progresa en la vida»). Así lo certifica la periodista Anita Chaudhuri en un reciente artículo de la BBC en el que prueba ella misma esta doctrina del éxito, descubriendo al final que pegarse a madrugar en realidad no tiene mucho impacto, salvo estar más cansado y tener una falsa sensación de libertad.
Los estudios abundan, aportando argumentos tanto en contra como a favor de adelantar o atrasar el despertador. Levantarse una hora antes de lo habitual reduce el riesgo de sufrir depresión hasta en un 23%, según un paper publicado en JAMA Psychiatry. Por contra, otra investigación de la Universidad de Columbia subraya que privarnos de más horas de sueño pueden aumentar nuestras posibilidades de padecer ansiedad o estrés, disminuyendo las emociones positivas.
Al final, estos se resume en escoger entre madrugar mucho para hacer más o quedarte en la cama para estar más descansado y rendir mejor. Lo que sí merece la pena tener en cuenta, a la hora de saber qué es lo que más conviene, es escuchar a tu propio organismo y conocer tu ciclo circadiano. Hay gente a la que no le cuesta nada madrugar y en cuanto anochece ya empiezan a bostezar, mientras que a otras levantarse pronto se les antoja como una tortura, alcanzando su pico de actividad a media tarde o, incluso, por la noche. Al final, como en todas las cuestiones relacionadas con la salud física o mental, no hay ninguna ley generalizable para todos, lo que más influye es el propio cuerpo y las necesidades fisiológicas de cada uno.