El resultado de los comicios en Coahuila no puede extrapolarse a la elección presidencial del año próximo, debido a su peso político en el contexto nacional. El fracaso de la coalición PRI-PAN-PRD en Estado de México (Edomex), precedido de 15 derrotas en procesos para nombrar gobernador, prefigura un segundo periodo de Morena en la presidencia de la república. Siempre hubo consenso de que el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador ganaría Edomex y perdería Coahuila. Incluso se especuló sobre un acuerdo en tal sentido cuando los diputados y senadores del PRI votaron con Morena, el PT y el Verde la permanencia de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública hasta 2028.
Atribuir la victoria del PRI a un acuerdo cupular puede carecer de sustento, pues su candidato, Manolo Jiménez, lideró las encuestas de cabo a cabo. El gobernador Miguel Riquelme mantuvo el control de la sucesión y la unidad de su partido. Casos como el de Jericó Abramo, quien había impugnado a su delfín, quizá lo resolvió con la promesa de una posición que lo proyecte a la sucesión del 29. La alianza con el PAN y el PRD permitió acorazar la elección. Las pugnas en Morena, ahondadas por la nominación de Armando Guadiana, le facilitaron al PRI aún más las cosas. El riesgo no era el senador con licencia, sino el exsubsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, visto como el candidato disruptivo.
Morena llegará a las elecciones presidenciales con 23 estados, cuatro de los cuales (Estado de México, Ciudad de México, Veracruz y Puebla) concentran casi un tercio de la lista nominal de electores. Para el presidente López Obrador y su partido la prioridad era ganar Edomex, cuya nómina de electores (12.6 millones) es 5.5 veces superior a la de Coahuila (2.3 millones). Delfina Gómez será la primera gobernadora de una de las entidades más machistas del país. Edomex ocupa el deshonroso primer lugar nacional en feminicidios: 533 en el último lustro. El promedio anual de asesinatos es de 106.6 en esa parte de la administración de Alfredo del Mazo (primo del expresidente Peña Nieto), cuyo padre y abuelo también fueron gobernadores.
El influyente Grupo Atlacomulco, la oligarquía de Edomex, la iglesia, la «comentocracia» de Ciudad de México y sus socios en los grandes medios de comunicación movieron cielo y tierra para que el PRI conservara el monopolio del poder. Débil y rodeada de escándalos hasta el final de su campaña, Alejandra del Moral era la candidata más ad hoc, pues, de haber ganado, habría sido una gobernadora manipulada por los caciques locales. En las elecciones de 2021, la coalición PRI-PAN-PRD recuperó municipios importantes y puso a Morena contra las cuerdas. El 4 de junio fracasó en redondo.
Contrario a lo sucedido en Coahuila, los mexiquenses le pasaron al PRI una vieja factura. En 2017, Delfina Gómez estuvo a menos de tres puntos de ganar la gubernatura a Alfredo del Mazo. El proceso resultó plagado de irregularidades, pero el presidente Peña intervino para salvar a su primo de la derrota. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación impuso a Del Mazo. Seis años después, Gómez, con el respaldo del presidente López Obrador, ganó las elecciones a pesar de que la avalancha de encuestas arregladas para crear la ficción de que Del Moral había remontado y de que el PRI saldría de la tumba. Del Mazo prefirió no jugar con fuego y preparó el terreno para la alternancia.