El lunes pasado, pudimos apreciar un fenómeno impactante, el eclipse total de sol. Torreón y Cuatro Ciénegas en Coahuila; Gómez Palacio, Lerdo y Nazas, Durango fueron sitios privilegiados para visualizar el eclipse y los fenómenos que se generan en torno a ellos, por eso personal de la NASA estuvo en esos lugares. Al momento en que se oscurece, los árboles, las plantas y los animales reaccionan como si fuera de noche. Un amigo que es ingeniero forestal nos comentó que por ejemplo las hojas de los mezquites reaccionaron a los minutos de oscuridad, se cerraron, y los animales confundidos, se echaron.
En Viesca me comentaron que una línea de la franja de oscuridad atravesó el pueblo, que en una de las calles las paredes de un lado se oscurecieron y las del otro lado estaban algo iluminadas. Sin duda estos fenómenos naturales nos dejan muchas lecturas. Hay personas que preguntaban por qué si el sol iba a estar tapado, había que observarlo con lentes especiales. Mi amigo Sergio Avilés, en uno de sus videos semanales, explicaba que la temperatura del sol en su centro es de más o menos 6 mil grados Celsius y que en la corona llega a más de tres millones de grados Celsius. Por eso había que observar el eclipse con lentes especiales, porque en la corona el sol, tiene temperaturas de más de 500 veces más que en el centro.
Y no se diga de todas las creencias y mitos que existen alrededor de ese maravilloso espectáculo: el alineamiento de la tierra, la luna y el sol. La humanidad siempre se ha enfrentado a dos grandes misterios: el universo y la mente. Esto se expresa en infinidad de mitos, supersticiones y una especie de resplandor mágico que los cubre. A pesar de que, en el caso del universo, con solo levantar la vista podemos observar una inmensidad de estrellas, que ni haciendo uso de telescopios como los que usó Copérnico, podemos contarlas. Pero utilizando los nuevos sistemas de telescopios, se calcula que sólo en nuestra Vía Láctea hay cien mil millones de estrellas. Con el telescopio espacial Hubble se ha calculado un aproximado del total de galaxias en el universo visible: cien mil millones. Lo que ha colocado a nuestra Vía Láctea en tan sólo un puntito en este gran contexto cósmico.
Ese número de estrellas de nuestra Vía Láctea es aproximadamente la misma cantidad de neuronas que hay en nuestro cerebro, pero el número de conexiones neuronales y de las vías nerviosas, es mayormente exponencial. Estas conexiones neuronales hoy pueden ser observadas con las máquinas de imagen de resonancia magnética y los escáneres cerebrales.
A partir del Genoma Humano, sabemos que tenemos 23 pares de cromosomas en nuestro código genético. Y que la información contenida en nuestro ADN, está en tres mil millones de pares de bases, cada uno de los cuales contiene uno de los cuatro ácidos nucleicos posibles. Por lo que se considera que el total de la información que se puede almacenar en el ADN es cuatro elevado a la tres mil millonésima potencia. Pero el cerebro puede guardar mucha más información en sus cien mil millones de neuronas, esto es, dos elevado a la cien mil millonésima potencia. Pero además hay que considerar que los estados del cerebro varían poco cada milisegundo, por lo que el total de pensamientos posibles generados por nuestro cerebro es una cifra astronómica. Y ahora incluso, por los avances de la ciencia y la tecnología, los pensamientos de nuestro cerebro pueden ser observados por estas máquinas.
Hoy se puede observar cómo se mueven los pensamientos a través de un cerebro vivo, y leer esos pensamientos. Los neurocientíficos consideran que en muy poco tiempo se podrán descargar habilidades técnicas en la mente de los trabajadores, incluso que se enviarán por internet pensamientos y emociones de un lugar a otro del mundo.
En este siglo XXI hay proyectos para descifrar la intrincada red neuronal de la mente que está hecha de más de treinta billones de células. Una vez que se decodifiquen las vías nerviosas, los científicos neuronales plantean que nuestra conciencia podrá ser descargada en una computadora. Hoy los ordenadores tienen capacidad suficiente para registrar las señales eléctricas que emanan del cerebro y decodificarlas en un lenguaje digital. Ahora que se pueden revelar los más profundos secretos de nuestra conciencia, ¿hasta dónde llegaremos?
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