La controvertida muerte en junio de la estrella de la Armada abrió una ventana a los conflictos de la mujer con su pareja y a las penalidades que le hizo pasar la propia Secretaría de Marina
Se cumplen dos meses de la extraña muerte de la teniente Gloria Cházaro, antaño estrella de la Armada mexicana, primera mujer en comandar un buque militar en el país. Dos meses que han servido para que el caso, escondido durante semanas, saliera a la luz pública, y para que la familia se haya decidido a exigir a las autoridades una investigación exhaustiva sobre lo ocurrido. La muerte de la teniente ha abierto una ventana a la mala praxis de la Fiscalía de Veracruz en las primeras semanas de las pesquisas y a las penalidades que le hizo pasar durante meses su propia casa, la Secretaría de Marina.
Callada durante semanas, la Secretaría de Marina solo se ha referido al asunto de manera pública después de que empezaran a publicarse notas sobre el caso, la primera el 17 de julio, en EL PAÍS, que apuntaba las irregularidades que lo envuelven. Dos días más tarde, la dependencia divulgó un comunicado señalando que “no tiene competencia legal para pronunciarse sobre la vida personal de los elementos integrantes de esta Fuerza Armada, toda vez que se estaría vulnerando el derecho a la intimidad”.
La actitud de la Armada en el caso Cházaro trasciende la muerte de la teniente. En los meses y años anteriores a su fallecimiento, la relación entre ella y la dependencia se había agrietado. La mujer, felicitada por el mismo secretario de Marina por su desempeño, luchaba contra la arrolladora burocracia naval. En 2021 y 2022, la dependencia le había negado el ascenso a teniente de navío, pese a sus excelentes calificaciones. Desde mediados de 2022, además, la mujer sufría acoso sexual, abuso laboral y amenazas de su superior directo, según sus propias denuncias.