Las dolencias musculares son compañeras de viaje habituales cuando una persona se inicia en la práctica deportiva, cuando cambia de deporte o incluso cuando ha pasado un tiempo considerable sin practicar ejercicio y lo retoma. Pueden ser molestas, pero no son afecciones graves ya que, al fin y al cabo, hablamos de microrroturas musculares que son necesarias para que, cuando el tejido se recupere, sea más fuerte y más elástico.
Suelen aparecer entre 24 y 48 horas después de hacer el ejercicio y reducen la fuerza muscular entre un 10 y un 12 por ciento durante su presencia. Aunque el pico del dolor llega entre el primer y el tercer día pueden durar hasta siete días. Aunque depende del tipo de deporte practicado, lo habitual es que aparezcan mayoritariamente en los músculos encargados de la propulsión como los cuádriceps o los gemelos.
Los dolores musculares (o por su nombre científico, DOMS o ‘Delayed-Onset Muscle Soreness’), son además un mecanismo de defensa del cuerpo que advierte de un sobreesfuerzo sobre lo que se hace habitualmente. Al contrario de la creencia popular de que las dolencias musculares son señal de que se hecho bien el entrenamiento, una buena planificación debe ir enfocada a minimizar el efecto de las agujetas y a lograr una adaptación paulatina del cuerpo a la actividad deportiva ya que las dolencias musculares no permiten rendir al máximo de capacidad
Es cierto que las agujetas pueden resultar incómodas e incluso en algunos casos, cuando los músculos están poco acostumbrados a trabajar con alta intensidad, pueden llegar a dificultar el sueño.