La vulgaridad rampante del Presidente de la República, su inclinación por la mentada y la maledicencia es una política pública que despliega cotidianamente, dice Juan Ignacio Zavala. | EL UNIVERSAL
No resulta extraño que la conversación pública esté en los niveles del albur, la leperada y las expresiones machistas más rasposas. Es el resultado del discurso presidencial, cuyo eje central es el insulto y el denuesto.
Fue pública la burla que en días pasados el cavernario Trump hizo del gobierno mexicano. El político estadounidense se refirió en términos poco halagüeños sobre una negociación en la que el canciller mexicano sale muy mal parado. El expresidente norteamericano expresó que había “doblado” a la contraparte mexicana. Nada que los ciudadanos mexicanos no nos imagináramos que sucediera en esa y en otras negociaciones con los estadounidenses. Pero lo normal es que la contraparte fuerte se abstenga de mofarse de su socio débil. Como se sabe, eso le vale cacahuates al señor Trump y a su rabioso público, que aplaudió gustoso la referencia de quien es líder de la derecha radical y la bravuconería en ese país.
Por supuesto, quienes malquieren a López Obrador y sus secuaces aprovecharon la referencia del orate gringo para hacer de “la doblada” un doble sentido bastante corriente, pero efectista en las redes, en las que la doblada no era de ropa ni siquiera de las “dobladitas” entomatadas que son famosas en varios lugares de la República. La doblada del momento tiene como imagen el coito, una manera de representar el dominio de uno sobre otro. “López dobladón” es una de las composiciones en las redes para hacer comentarios sobre el momento. Se sabe, las redes sociales son una suerte de baño de gasolinera en el que cada quien pasa a escribir su insulto y se retira.
Como bien dicen por ahí: todo se pega. La vulgaridad rampante del Presidente de la República, su inclinación por la mentada y la maledicencia es una política pública que despliega cotidianamente. Apoyado por “su banda”, que no es precisamente un grupo selecto de la diplomacia y el buen gusto sino verdaderas hordas prestas a cualquier cosa que signifique gresca y posibilidad de pendencia, lleva cualquier dicho a convertirlo en causa nacional y ha hecho de la riña su proyecto transformador. Esto ha terminado por contaminar a sus adversarios, que se mueven varios de ellos en la misma lógica y hasta con la misma retórica presidencial.
La conocida politóloga y plagiadora Denise Dresser hizo alarde de su espíritu de cloaca y su proclividad por el recurso fácil al usar el doble sentido más bajo del momento y manifestó públicamente que al gobierno “se la metieron doblada”. Grotesco. No encuentra cómo llamar la atención. Pobrecita.
Pero claro, siempre hay alguien peor. Así que el rey del insulto tomó el tuit de la señora para ilustrar la manera en que lo atacan sus malquerientes y lo leyó en conferencia de prensa. Reclamó la vulgaridad del ataque y la falta de nivel de sus adversarios. Quien fuera académica y ahora aspirante a “reina del congal” le contestó que solamente hizo una cita textual de uno de sus colaboradores. En esas estamos, ese es el ambiente, es como hablan el Presidente y una de sus críticas.
Como se puede desprender de lo anterior, es claro que la conversación pública está en niveles de bajeza hasta hace poco insospechados. Palacio Nacional es ya una pista lista para que el Presidente comparta espacio con Polo-Polo y la crítica la ejerza la señora Dresser en una reedición de “La hora pico”.