El número uno frena al italiano en la final de Turín y, con siete trofeos ya, se desmarca de Federer y reina en solitario en el terreno de los maestros.
Ha convertido Novak Djokovic el tenis en un bucle sin fin. Es él y esa interminable rutina de ganar y ganar, de no dejar títere con cabeza. La costumbre de atrapar todos los récords. Se agotan los adjetivos. Se estudia nueva acepción en el diccionario: Nole, sinónimo de victoria, de éxito; vincere aquí, en Torino, escenario de la enésima exhibición del serbio. El triunfo contra Jannik Sinner (doble 6-3, en 1h 43m) le desmarca del suizo Roger Federer y le convierte en maestro de maestros, con siete trofeos ya y, contra natura, cada día más hambriento. El 2023 también es suyo. “Empezaste el año ganando y lo terminas ganando. Qué decir…”, le elogia el joven italiano en la ceremonia, rendido a la clase y el tenis-control de un competidor superlativo, incomparable en esto de la raqueta.