Novak Djokovic ya está en cuartos de final del Open de Australia (6-2, 6-1 y 6-2) y lo ha hecho a lo grande: jugando el tenis más brillante que se ha visto en lo que va de torneo. Muchas dudas había con el estado de forma del serbio, después de que ante Enzo Couacaud incluso tuviera que ser atendido por los servicios médicos por sus problemas en la pierna izquierda. Ante Alex de Miñaur, la gran esperanza local, el dominio y el poder de Djokovic fueron absolutos. Volvió a jugar en modo Terminator.
Y es que, cuando el serbio entra en trance, se convierte en un jugador difícil de parar. Prácticamente sin moverse por la pista, gracias al completo control del juego que tiene en todo momento, es capaz de aumentar el ritmo, la profundidad y la potencia de sus golpes para desarmar a cualquier rival que tenga delante. Y De Miñaur no fue una excepción: a pesar de tratar de sacar su mejor versión y no darse nunca por rendido, Nole fue una apisonadora en la pista.