Agotado el proceso interno de la oposición constituida por el PRI, el PAN y el PRD, ésta sale de las trincheras para emprender una batalla en la que se juega la posibilidad de pelear el triunfo en las presidenciales y legislativas en 2024. El todo o nada del Frente se llama desfondar a Movimiento Ciudadano.
El Frente Amplio por México empeñará sus energías en descalificar a MC, el partido que si nombra un candidato presidencial mediático le robará el oxígeno indispensable para representar una amenaza electoral ante Morena en los comicios del año próximo.
Desde el cálculo del Frente no hay espacio para una elección a tercios en 2024. Tal escenario daría al oficialismo una ventaja prácticamente irremontable por el gran macizo de votantes con lealtad absoluta al movimiento lopezobradorista.
Si el Frente no logra marginar a los naranjas a fin de que la cita del próximo 2 de junio sea vista por los votantes como una elección binaria entre la frentista Xóchitl Gálvez y la oficialista Claudia Sheinbaum, no solo fracasará en su intento de derrotar a AMLO sino que peligra el objetivo de impedir a éste una mayoría constitucional en el Congreso de la Unión.
Quedarse con todas las papeletas provenientes de la lógica del voto útil pasa por destronar desde ya a la única organización que todavía no resuelve su elección de candidato. Por eso las dirigencias del Frente acudieron esta semana a Nuevo León, a socavar a un aspirante y de paso a su partido.
Sin embargo, por la brusquedad del choque que se avizora entre el Frente y Movimiento Ciudadano, nadie debe descartar un saldo en el que, tras la guerra de acusaciones y ataques, resulte que hay dos opciones muertas para la oposición antes que una fortalecida tras el encontronazo.
Si el Frente no calcula bien su estrategia para dejar bien atrás a MC puede terminar con una victoria pírrica. Debe cuidar que la cruzada para descarrilar al gobernador Samuel García, hasta hoy el único aspirante presidencial de esa organización digno de ser llamado así, no salga demasiado cara.