La ‘domus’ constaba de una falsa gruta que durante el verano se empleaba como sala de banquetes y donde los invitados disfrutaban de espectaculares atracciones con agua.
Era una lujosa residencia del siglo II a.C. Constaba de amplias y suntuosas terrazas. Tenía un amplio salón de verano para celebrar fiestas con espectaculares juegos de agua, una sala de banquetes enclavada dentro de una falsa gruta. Y sus paredes estaban profusa y complejamente decoradas con multitud de conchas de diferentes tipos, azulejos de color azul egipcio, vidrios preciosos, trozos de mármol blanco y otros tipos de piedras componiendo un magnífico mosaico.
El mosaico muestra como motivo principal una ciudad costera. La hipótesis de los arqueólogos es que la escena podría representar una conquista bélica llevada a cabo por el dueño de la domus, quien muy probablemente fuera un aristócrata. Los estudiosos sospechan de hecho que es posible que fuera senador de la antigua República romana.
Pero la verdadera sorpresa de la residencia la constituye su salón principal, un specus aestivus, una gran estancia que imitaba a una gruta y que según los expertos se utilizaba durante el verano para ofrecer banquetes mientras los invitados disfrutaban de espectáculos de agua gracias a un sistema de tuberías de plomo. Las paredes de la sala, por su parte, increíblemente decoradas con mosaicos rústicos de enorme complejidad.