Xóchitl Gálvez ha empezado a apagar su propio efecto. Los estallidos de risa causados por el lenguaje y los desplantes de la candidata opositora se han convertido en zozobra entre las filas del Frente Amplio y los sectores que la veían como el antídoto contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y la 4T. La idea de que Claudia será la primera presidenta de México adquiere poco a poco carta de naturalidad. Gobernar Ciudad de México le dio experiencia y reflectores. El peso de la estructura política y territorial de Morena se muestra en los mítines de Sheinbaum, a quien el expresidente Vicente Fox no deja de llamar «judía» y «extranjera». Así trata de apuntalar a su antigua colaboradora.
Sheinbaum y Gálvez aún no son formalmente candidatas, pero mientras la posición de la primera se afianza, la de la segunda parece tambaleante. El frente PAN-PRI-PRD está en un callejón sin salida. Decantarse por Gálvez fue una decisión precipitada. Subestimar la fuerza del presidente López Obrador y exagerar la propia puede provocar el peor fracaso de las oposiciones. Para evitarlo necesitan adoptar medidas que reviertan la desventaja y el desánimo que invade a quienes cifraban su esperanza en la senadora hidalguense, sin excluir un candidato de relevo. El problema es ¿por quién sustituirla con posibilidades de ganar una elección que de antemano parece perdida?
Los debates presidenciales podrían modificar el escenario. En el primer cara a cara celebrado en México (12 de mayo de 1994) participaron Ernesto Zedillo (PRI), Diego Fernández (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas (PRD). Si las elecciones hubieran sido el día siguiente, Fernández las habría ganado. Empero, en vez de aprovechar el impulso, hizo mutis y Zedillo lo venció. En 2006, cuando las encuestas favorecían a López Obrador, el perredista desairó el debate del 25 de abril y le dejó el camino libre a Felipe Calderón. Aun así, el michoacano obtuvo una victoria pírrica, por un margen de apenas medio punto, marcada por la sospecha de fraude.
En las controversias de 2018, José Antonio Meade (PRI) y Ricardo Anaya (PAN) no pudieron con la retórica de López Obrador, a quien las encuestas dieron siempre como favorito. Las contiendas para las elecciones de 2024 serán en marzo, abril y mayo. Si no hay cambio en el Frente Amplio, las protagonistas por primera vez serán mujeres: Sheinbaum y Gálvez. En 1994 y 2006 Cecilia Soto (Partido del Trabajo) y Patricia Mercado (Partido Social Demócrata) desempeñaron papeles secundarios. Lo mismo pasó con Margarita Zavala (independiente) en el primer debate de 2018 tras el cual abandonó la carrera.
Como senadora del PAN, Gálvez llamó la atención más por sus desplantes que por sus propuestas. Lo mismo le sucede ahora como presidenciable. Sheinbaum es más juiciosa. La candidata del Frente Amplio representa a la partidocracia que llevó al poder a Fox, Calderón y Peña Nieto contra la cual votaron más de 30 millones de mexicanos hartos de corrupción e ineptitud. Sheinbaum abandera a un partido nuevo con mañas viejas (Morena, fundado en 2011) y el proyecto de un presidente (López Obrador) que no ha sido exitoso, pero tampoco el fracaso augurado (e incluso deseado) por el statu quo. Durante la 4T los grupos de presión han perdido privilegios e influencia en la toma de decisiones. Sheinbaum lidera la intención de voto mientras Gálvez pierde fuelle.