La Nueva Era de AMLO: Un Expresidente que se Niega a Desaparecer de la Escena
Aunque López Obrador ha dejado la presidencia, sus movimientos estratégicos para el 2030 ya comenzaron, ajustando la Constitución, reorganizando a Morena y condicionando la presidencia de Sheinbaum.
La sucesión 2030 ya está en marcha. En qué otra cosa podría ocuparse López Obrador. Por lo pronto, Andrés Manuel ya realizó ajustes en la constitución, en su partido, en gabinete del nuevo gobierno; e incluso, ya incrustó la continuidad de sus mega obras y programas sociales básicos. Las giras de los últimos meses fueron para comprometer a la presidenta Claudia Sheinbaum a continuarlas y terminarlas. Fueron actos, de del expresidente, para demostrar poderío a propios y a extraños. Pronto, conoceremos el talante del tabasqueño como expresidente. Tarde o temprano veremos si se exilia en México, o en el extranjero como los demás. O si de plano, permanece hiperactivo.
En lo político, en Morena, renovó liderazgos e impuso a Luisa María Alcalde y como secretario de organización a su hijo Andrés Manuel López Beltrán. A los antiguos liderazgos morenistas los aplastó. A él no le gustan las tribus. Reparte rebanadas, pero solamente las que él quiere y en dónde las quiere. A Martí Batres lo dejó fuera del gabinete y lo mandó a atender en el arruinado ISSSTE.
A las exestrellas morenistas, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto López los aplastó, los exhibió, los redujo a su mínima expresión y les dio puestos de consolación relevantes, pero deberán intentar reconstruirse en un medio hostil. Ellos no son cercanos a la nueva mandataria, tampoco.
El tabasqueño ya cambió de opinión y continuará, por lo pronto, en el centro político del país. Con su séptimo año, ya en marcha, fuera de la presidencia, López Obrador enfrenta el reto de soltar el enorme poder, que ha acumulado. Lo tendrá que hacer, aunque sea poco a poco, por lo menos el poder formal. Si ya reescribió las leyes constitucionales, por qué tendría qué respetar las no escritas y auto exiliarse, si está en la cima de su poder. Además,son viejas tradiciones de los “despreciables” prianistas.
La prensa, siempre, es quien escribe el primer borrador de la historia. La historia la escriben los ganadores, es la regla política. Sin embargo, la historia que perdurará, la reescriben los historiadores alejados del oficialismo. Basta con examinar la de los expresidentes mexicanos para cerciorarse. En esta ocasión será igual.
El tabasqueño es un tiburón de la política. Él, vigila a la opinión pública sistemáticamente. Utiliza las encuestas, propias y secretas, para medir sus fortalezas y debilidades. A las publicadas, las maiceadas que lo favorecen, las usa de propaganda. Andrés Manuel, solamente voltea a ver a quienes le aplauden y lo elogian. Al resto de los mexicanos los ignora. Ya sean enfermos, víctimas del crimen, desaparecidos o damnificados.
Su gobierno se hizo con base en la demagogia, la propaganda y los programas sociales masivos, con dinero directo a los hogares. En general, los resultados de su gestión son malos, aunque también tuvo aciertos. Deja muchas cosas en obra negra y las finanzas públicas frágiles, se gastó los ahorros. Sin embargo, la imagen del tlatoani es poderosa. Se viven momentos intensos. Veremos.