En primer lugar, partimos de la idea de que para reducir el riesgo de desarrollar patologías cardiovasculares es fundamental «la combinación de, por un lado, mantener el colesterol total bajo, mientras que al mismo tiempo se trata de que el colesterol HDL esté alto», apunta Rey-López.
Por tanto, controlar la hipercolesterolemia (elevación de los niveles de colesterol en sangre por encima del rango de valores que se consideran ideales) es clave para evitar afecciones tan graves como la aterosclerosis o eventos como ictus o infartos. En este sentido, la cantidad ideal de colesterol total sería de 200 mg/dl y el colesterol LDL por debajo de 130 mg/dl.