Científicos esbozan 3 posibles escenarios
Aunque el trabajo de análisis no es un intento de predecir el futuro, el informe debería permitir descubrir los errores en la lucha contra el coronavirus y sacar conclusiones de ellos.
El futuro de la pandemia: escenario de la continuidad
En el más probable de los escenarios, el de la continuidad, en 2027, el COVID-19 se habrá convertido en una enfermedad endémica en todo el mundo, en gran medida debido a la mejora del desarrollo y la distribución de vacunas. Aun así, seguirá provocando oleadas estacionales que requerirán vacunas y refuerzos actualizados.
Para los países que logren aumentar el porcentaje de personas totalmente vacunadas contra el COVID-19, el escenario podría ver mejoría. Para 2027, podrían salvarse muchas vidas y reducirse el riesgo de variantes emergentes. A su vez, también podría haber beneficios para la salud mental, la economía y el desarrollo sostenible.
Escenario pesimista
El segundo escenario la han denominado «recuperación fallida» y es mucho más pesimista. Según ésta, las consecuencias sociales de la pandemia no se habrían mitigado en cinco años. El resultado sería una mayor desigualdad, creada por las políticas proteccionistas y las tensiones geopolíticas. La cooperación internacional sería escasa y gran parte de la población mundial seguiría sin vacunarse.
En este escenario, los autores del informe temen que la confianza entre los Gobiernos y entre los Estados y sus habitantes se deteriore aún más, reduciendo la aceptación de las vacunas. Así, si el nacionalismo y el populismo siguen creciendo, el resultado podría verse reflejado en graves brotes de coronavirus.
Escenario optimista
Quienes estén preocupados por este escenario pueden alegrarse del tercer escenario, mucho más optimista, el cual han denominado «cooperación plus». Según este escenario, la colaboración mundial habría convertido al COVID-19 en una enfermedad más manejable, y ya no sería una «prioridad aguda».
Las vacunas se distribuirían de forma más equitativa por todo el mundo –cubriendo a más del 80 % de la población–, mientras que las escuelas ya no se verían interrumpidas y no se necesitarían medidas sanitarias restrictivas.
Del mismo modo, los medicamentos antivirales estarían ampliamente disponibles, serían baratos, y los países ricos habrían invertido en la digitalización, los sistemas sanitarios y la asistencia social. Por lo tanto, al colaborar más estrechamente los países, un sistema unilateral más fuerte habría puesto al mundo en mejores condiciones para hacer frente a otras crisis, en particular la hambruna y el cambio climático.