La ciencia económica tiene dos grandes ramas, una de ellas es la macroeconomía que se encarga de estudiar los agregados económicos, la otra rama es la microeconomía en la cual se analiza el comportamiento individual de los integrantes de un sistema económico, entre ellos los mercados.
Dentro del estudio de los mercados la economía analiza distintos mercados y diferentes tipos de mercados, como lo es el monopolio.
El mercado, es ese lugar, no necesariamente físico, donde hay compradores, conocidos como demandantes en la economía y vendedores, llamados oferentes, quienes llegan a un acuerdo para realizar una compra – venta de alguna mercancía, a cierto precio en cierta cantidad.
Pareciera que todo es muy sencillo y fácil de explicar, de hecho, todos, casi todos los días realizamos compras – ventas en cualquier mercado, desde la compra de alimentos, gasolina, vestido, medicamentos, diversión, vivienda, y más, pero su análisis es algo más complicado.
Los mercados tienen ciertas características que los diferencian, ejemplo de ello es que no es lo mismo comprar un refresco que una vivienda, aunque ambos bienes se adquieren en un mercado, los mercados son distintos. No es el mismo mercado donde se adquiere un kilogramo de tortilla, en el cual hay una inmensa cantidad de compradores y vendedores, en el cual la mercancía, es decir la tortilla es idéntica en cualquier tortillería, de hecho, el precio es el mismo; este tipo de mercado se le conoce como el mercado perfecto. Algo muy distinto sucede en los mercados conocidos como los monopolios, en los cuales la información no se comparte, la mercancía no tiene sustituto, sólo hay un vendedor y es quien manda en el mercado, es decir no hay competencia. Una de las causas por las cuales los monopolios son creados o aparecen es cuando el productor es el único que tiene acceso a los recursos para producir la mercancía, tal y como está sucediendo con la CFE en lo que se refiere a la producción y distribución de energía eléctrica.
En el monopolio las ventajas, de hecho, todas las ventajas son para el vendedor, como lo es la decisión de cuanto obtendrá de utilidades, sin olvidar que es el mismo vendedor o productor quien tendrá el control de lo que quiere producir. Por el lado opuesto todas las desventajas son para los demandantes, ya que con el monopolio se limita el acceso de la tecnología nueva y extranjera, al no poder expandirse más el mercado la economía local se contrae, la calidad del producto no tiene estándares altos, pues como el consumidor no puede adquirir un producto semejante, la calidad no es un factor determinante para su compra.
Hace unos días el presidente de México anunció con bombo y platillo la compra de 13 plantas de la empresa extranjera Iberdrola, por casi 6 mil millones de dólares extranjeros, con las cuales se podrá ofrecer el suministro de energía eléctrica a 10,559 establecimientos, los cuales en realidad no son una gran cantidad, es decir que por cada negocio al cual le suministrarán energía eléctrica con estas 13 plantas, el gobierno pagó 568 mil dólares, cerca de 11 millones de pesos.
Pareciera que no será redituable, que al final del día el recibo de esta compra será pagado por los contribuyentes mexicanos y lo que es peor, bien lo dijo Vladímir Ilich Uliánov en su libro “El imperialimo, fase superior del capitalismo”, el capitalismo tiende hacia el monopolio, aunque en esta ocasión quien debería de combatir al monopolio lo está incentivando.
Pareciera que tenemos un nuevo rey, la CFE, y para aquellos que se dicen de izquierda sin serlo vale la pena recordarle las palabras de Ernesto “El Ché” Guevara, “Los reyes que no tienen corona, son los monopolios, los verdaderos amos de países enteros y en ocasiones de continentes”.