Las campañas para la gubernatura han empezado justo con la Semana Santa, cuando la mayoría de los coahuilenses dedica su tiempo a conmemorar la pasión de Cristo, al recogimiento espiritual o al descanso. Lo que menos desean saber es de política y de ofertas que casi siempre son engaños. Bernard M. Baruch, estadista y filántropo estadounidense, aconseja: «Vota por aquel que menos prometa. Será el que menos te decepcione». Los candidatos predicarán en el desierto durante 15 días y el bombardeo de anuncios en los medios electrónicos pasará inadvertido.
Descontadas las dos semanas de bostezo, las campañas durarán mes y medio. Terminarán el 31 de mayo. Los tres días siguientes serán para confirmar o modificar la intención del voto o de plano para desairar las urnas el 4 de junio. El abstencionismo rondó el 40% en 2017. Si la participación hubiera sido mayor habría habido alternancia. La competencia se centró entonces en los antagonistas históricos (PRI y PAN), pero esta vez los jefes de ambas fuerzas, Miguel Riquelme y Guillermo Anaya, juegan en la misma cancha con Manolo Jiménez. La cohabitación no es bien vista ni siquiera en las cúpulas, menos entre los votantes sin partido.
Las elecciones distarán mucho de ser un pícnic. El PRI no habría pactado con el PAN si así fuera. El partido de Gómez Morín no participó en la sucesión presidencial de 1976 por conflictos internos. En Coahuila, hoy, tomó otro camino: ser comparsa del poder a cambio de posiciones y prerrogativas. Hace seis años, Anaya estuvo a punto de ser el primer gobernador no priista del estado. Legiones de coahuilenses llenaron calles y plazas para protestar por el fraude del «moreirato» que lo despojó del triunfo. Ahora pide el voto por el PRI. Decepcionante.
La decisión de Morena de repetir con Armando Guadiana desplomó la intención de voto por el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador. Antes de la nominación, las preferencias por la coalición PRI-PAN-PRD y por Morena eran del 40% con variaciones de uno o dos puntos. A mediados de marzo, Manolo Jiménez ya se había separado 20 puntos del empresario minero. El disgusto entre las estructuras y las bases de Morena lo refleja el crecimiento de Ricardo Mejía, postulado por el PT, quien antes del inicio de las campañas ya le pisaba los talones a Guadiana. La distancia entre ambos era de cinco puntos, de acuerdo con Massive Caller (14.03.23).
El reconocimiento de que Guadiana no garantiza un buen resultado son las presiones del líder de Morena, Mario Delgado, al dirigente del PT, Alberto Anaya, para retirar la candidatura de Mejía. La percepción de que las elecciones podrían decidirse entre el PRI y sus aliados y el PT, empieza a adquirir carta de naturaleza. La ventaja de Jiménez sobre Mejía es de 25 puntos, pero sería un error echar las campanas al vuelo. El tono de las campañas puede modificar las tendencias. Jiménez es visto como el candidato del continuismo y Mejía, el de la ruptura. Guadiana parece amorcillado, no conmueve ni convence. Sin embargo, la maquinaria federal movilizará cuadros, estructuras, presupuesto, gobernadores y a sus presidenciables. AMLO quiere llegar al 24 con la bandera de la 4T en Coahuila y Estado de México. Este parece seguro y en aquel podría enviar un lanzador emergente como ya pasó en Morelos y San Luis Potosí. AMLO necesita al PT para asegurar la elección presidencial.