La frustración es un sentimiento negativo que se exterioriza a través de expresiones de disforia (lo contrario a euforia): tristeza, ansiedad, inquietud, irritabilidad… Mal gestionada puede desencadenar conductas auto destructivas, estados depresivos, sentimientos de ira y rabia muchas veces incontrolados, que según los expertos no son más que el reflejo del desorden emocional que vive la persona.
La consecuencias, por tanto, de una frustración mal gestionada podría generar: Ansiedad: que a su vez puede llevar a la persona a actuar con impaciencia o a tener determinadas conductas repetitivas / nerviosas (morderse la uñas, mover una pierna de forma constante y otros tics nerviosos). La ansiedad, por su parte, está asociada a síntomas como alteraciones del sistema inmunitario, problemas digestivos, trastornos del sueño, alteraciones de peso, fatiga, caída del cabello, falta de concentración, tristeza… entre otros.