Un ecosistema puede describirse como la interacción de determinadas especies entre sí y con su entorno. Los ecosistemas sanos pueden soportar cierto daño en un organismo y recuperarse. «Pero cuanto más se reduce el número de especies, más susceptible se vuelve un sistema a las perturbaciones”, explica Andrea Perino, del Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv) de la Universidad de Halle-Jena-Leipzig.
La selva amazónica, por ejemplo, se ha reducido tan drásticamente para dar paso a la agricultura, la ganadería y la minería, que lo que queda tiene menor capacidad de regeneración, según un reciente estudio germano-británico. Se trata de un peligroso bucle de retroalimentación que podría llevar a la pérdida de todo este vasto ecosistema.