«Va por México» es un fracaso por los cuatro costados. Después del naufragio de 2018, el PRI, PAN y PRD unieron sus miserias para tratar de arrebatarle al presidente Andrés Manuel López Obrador el control del Congreso, y no pudieron. En 2021, la tríada disputó 11 gubernaturas y las perdieron todas. El mes pasado disputaron cuatro estados y en dos los arrolló Morena. En Oaxaca y Quintana Roo compitieron por separado y la ola guinda también los arrolló. Sin embargo, los padrinos del frente opositor, acaudillados por Claudio X. González, ven las cosas desde otra perspectiva. En vez de admitir el fiasco y cambiar de estrategia, celebran las derrotas como triunfos mientras llega la siguiente felpa en las presidenciales de 2024.
La coalición la propuso un grupo de intelectuales el 15 de julio de 2020 en un documento titulado «Contra la deriva autoritaria y en defensa de la democracia». Entre los suscriptores aparecen Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Beatriz Pagés —a cuyas empresas editoriales el Gobierno de AMLO les canceló contratos—, Jorge Castañeda, Ángeles Mastretta y Jean Mayer. Francisco Valdés Ugalde y el antropólogo Roger Bartra firman como responsables de la publicación. Valdés presidió el Instituto Federal Electoral (IFE) en las elecciones controversiales de 2006. Cuando Felipe Calderón (PAN) y López Obrador (PRD) se hallaban empatados, el mutis del árbitro comicial manchó la elección con la sospecha del fraude. Calderón ganó al final por medio punto porcentual. El escándalo provocó el despido de Ugalde y otros consejeros. La Reforma política de 2014 desapareció al IFE y creó en su lugar el Instituto Nacional Electoral.
En el desplegado se acusa al presidente de concentrar «en sus manos el poder (…) en detrimento de los demás poderes del Estado y de los estados de la Federación». La única manera de «corregir el rumbo y recuperar el pluralismo político», advierte, «es mediante una amplia alianza ciudadana que, junto con los partidos de oposición, constituya un bloque que, a través del voto popular, reestablezca el verdadero rostro de la pluralidad ciudadana en las elecciones parlamentarias de 2021». El presidente replicó a sus adversarios en una carta difundida en redes sociales bajo el título «Bendito coraje»:
«Celebro que escritores y periodistas que han defendido desde siempre el modelo neoliberal o neoporfirista se agrupen, se definan y dejen de lado la simulación para buscar restaurar el antiguo régimen, caracterizado por la antidemocracia, la corrupción y la desigualdad. (…) es absolutamente legítimo que exista una oposición al Gobierno que represento y a las acciones que estamos consumando. Quizá lo único que pueda reprocharse a tan famosos personajes es su falta de honestidad política e intelectual. (…) Bastaría preguntarles: ¿cómo contribuyeron a los “avances democráticos… para salir de un sistema autoritario y establecer la democracia” si todos ellos defendieron o guardaron silencio cómplice ante los fraudes electorales de la historia reciente del país?».
Legitimado en las urnas, López Obrador planta cara a los intocables del viejo régimen como ninguno de sus antecesores se atrevió. «(…) da pena ajena su argumento de que buscan construir una alianza con miras a las elecciones de 2021 para obtener la mayoría y “asegurar que la Cámara de Diputados recobre su papel como contrapeso constitucional al Poder Ejecutivo”. ¿Qué acaso no se han enterado de que está por llegar extraditado de España Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, quien al parecer presentará pruebas y explicará cómo se lograba el “contrapeso” que pretenden «recobrar» los abajo firmantes?».
La coalición «Va por México» se constituyó cinco meses después de haber sido propuesta por los antagonistas del presidente. El PRI, PAN y PRD acordaron competir juntos en 219 distritos y en 11 elecciones para gobernador. Empero, centrar la estrategia en las fallas de la Cuarta Transformación, sin tomar en cuenta el amplio respaldo social a Andrés Manuel López Obrador y el rechazo ciudadano a la partitocracia derrotada en 2018, mostró sus debilidades. Las encuestas apuntaron desde un principio a un avance del frente opositor, pero insuficiente para hacerse con el control del Congreso.
En un último intento por salvar la situación y sumarles votos a los partidos de la tercia de anodinos formada por Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, los anti-AMLO volvieron a la carga. A menos de un mes de las elecciones intermedias, lanzaron el «Manifiesto por la república, la democracia y las libertades». Esta vez los firmantes, entre intelectuales, académicos, analistas, políticos y activistas, rozaron el medio millar, sin faltar el promotor más furibundo de la alianza: Claudio X. González. La proclama, demoledora, entusiasmó a las capas altas, pero no permeó en el grueso de los electores.
Después de estigmatizar a López Obrador como un «peligro para México», ¿qué más se podía decir a los ciudadanos para disuadirlos de votar por Morena? Tampoco surtió efecto advertir que el país «se debate entre la democracia y el autoritarismo, entre las libertades y el abuso de poder, entre el conocimiento y la demagogia, entre la responsabilidad y el capricho, entre el federalismo y el centralismo, entre la división de poderes y la presidencia autocrática, entre el camino de las instituciones y el arbitrio de una sola voluntad. Toca a los ciudadanos inclinar la balanza, de ahí la importancia y trascendencia del proceso electoral en curso».
La incapacidad para descifrar los códigos de comunicación entre el presidente y su clientela electoral; la falta de compromiso e identificación de las cúpulas con las causas sociales y no entender la separación entre el Gobierno (mal calificado) y el presidente (aprobado) reflejada en las encuestas, vuelve inútil la retórica y evade los argumentos. «Los problemas del país son graves y se están agudizando. La pobreza se ha extendido agregando a sus filas 10 millones de pobres más y la desigualdad crece, la violencia criminal se mantiene, lo mismo que la zozobra de los ciudadanos que han olvidado lo que es vivir en paz. Por falta de medicamentos se están muriendo muchos mexicanos (…). Asusta a los inversionistas la falta de certeza jurídica (…). Desprecian la lucha de las mujeres por sus derechos. (…) Se necesita vencer en las urnas a la coalición oficialista (…)».
Sin embargo, la condición de ganar la mayoría «para asegurar que la Cámara de Diputados recobre su papel como contrapeso constitucional (…) y obligue al Gobierno a respetar la pluralidad democrática», planteada en 2020, no se cumplió. Los electores optaron por la coalición que apoya al presidente. Mientras los partidos tradicionales mantengan su actitud soberbia, permanezcan cerrados a la nueva realidad política —no del país, del mundo— y divorciados de la sociedad, «Va por México» fracasará elección tras elección, si acaso perdura. ¿Cómo votar por siglas caducas, huecas, corrompidas y proclives a la impunidad? Mientras el PRI, PAN y PRD sigan anclados en el pasado, habrá Morena para rato.