Es el momento de Coahuila. Los coahuilenses, deberán tomar una decisión muy importante para su futuro y el de sus familias. Esta vez, no podrán volver a equivocarse, deberán decidir entre dos formas diferentes de concebir el progreso y la calidad de vida. También, lo más importante será que deberán comportarse como ciudadanos. Ya no se trata de votar por modas, simpatías, rencores o por compras de votos forzadas o voluntarias. Habrá que elegir gobernador.
En esta ocasión se trata de escoger lo mejor posible. De alguien capaz de construir un proyecto que conduzca hacia un desarrollo económico y social, armónico, cada vez mayor. Uno que se incluyente y que nos alcance a todos. No se trata ni de ideologías ni de modelos económicos. Se trata de no engañar, de no traicionar y de no ser cínicos. Se trata de votar razonadamente.
De esta forma, a cada candidato deberemos exigirle que presente los proyectos que necesitamos para vivir mejor y más seguros, con mejores sueldos y prestaciones. Además, a cada tipo electo, habrá que exigirle que los cumpla. Que cumpla cada una de sus promesas y compromisos de campaña. Si no puede o no quiere, pues que se vaya o habrá que echarlo.
Las bases están puestas. Las oportunidades para lograrlo existen. Pero habrá que reflexionar sobre nuestros votos de junio. Ese día, la sociedad se dividirá entre los acarreables y los no acarreables. Así, las clases medias desarrollarán el papel más relevante y deberán salir a votar masivamente y dejar de lado sus apatías y fatalismos. Ellos también se ven afectados y obstaculizados por las malas decisiones desde el poder.
Sabemos que, para los políticos, las elecciones son luchas por el poder. Para ellos y sus colaboradores se trata de acceso a la popularidad y a las fortunas que podrían formarse al amparo de los negocios en el erario. Así ha sido durante décadas en nuestro estado, y a lo largo y ancho del país. Ha sido evidente, que la clase política mexicana ha sido tóxica en muchas ocasiones. La de todos los partidos, nuevos y viejos.
Sin embargo, para los ciudadanos lo que se juega es mucho más importante. Podremos dejarnos llevar por nuestras fobias, filias o abstenernos; también, podríamos elegir al más adecuado y exigirle que cumpla y vigilarlo para que lo haga.
Actualmente, Morena Coahuila, está más dividido que nunca, en su corta historia. No tienen líderes capaces de unirlos en un solo objetivo. La fuerza que alcanzó Ricardo Mejía Berdeja y sus disgustos, pueden convertirse en un factor decisivo para una derrota morenista en junio próximo. Habrá que ver si Armando Guadiana puede sumarlos.
En contraste, el PRI y el PAN de la entidad, irán en alianza en busca de un gobierno de coalición. Ambos partidos, están en sus peores momentos en su historia moderna. Solamente juntos, podrían detener a la fuerza nacional de Morena, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Manolo Jiménez Salinas, será su candidato, pero para ganar deberá hacer una campaña perfecta. Cada error o desliz le costará votos. En política, las percepciones mandan y los halagos son interesados, la mayor parte de las veces.
En resumen, lo que se elegirá en junio próximo en Coahuila será contar con un estado que apoye las aspiraciones de progreso de los ciudadanos y de tener un gobierno estatal que genere oportunidades y seguridad para todos. Un lugar en donde los sueños de una buena vida se puedan convertir en realidad mediante el esfuerzo.
Para lograrlo, se necesitarán cientos de miles de votantes, informados y conscientes de lo que estará en juego este primer domingo de junio del 2023. Es preciso reconocer, que tanto los guindas como los prianistas, traen altas dosis de rechazo popular. Vienen cosas interesantes, veremos.