Me parece muy revelador que una de las principales críticas que se hacen a Claudia desde la oposición es su supuesta “soberbia”. Se dice que es altiva, engreída o que se le observa profesional, pero presuntuosa.
Me parece revelador porque la principal crítica que las mismas oposiciones hacían a López Obrador era precisamente la opuesta. Se le acusaba de llano, diminuto y llanamente “tropical”. En el famoso ensayo “El mesías tropical” escrito por el historiador Enrique Krauze, el autor hacía un supuesto perfil psicológico de Obrador. En éste descubría que el entonces candidato, tenía todo tipo de males incluyendo “una sonrisa maliciosa pegada al rostro”, una personalidad rijosa y elusiva.
Pero nada, nada le disgustaba más a Krauze que la vinculación de Obrador con lo popular y el pueblo. Es burdo y de baja monta, sugería el historiador. “No tiene pasaporte”, acentuaba. “El mundo lo tiene sin cuidado”. A ojos del Krauze, Obrador no tenía la educación, la cultura, ni el porte para ser presidente del país. Era un puro y llano Tabasqueño, en vez de un estadista de linaje Europeo.
Claudia tiene linaje europeo y mayor educación que el 95% de los mexicanos. Hija de académicos, científica de una de las más prestigiadas casas de estudio del país, la candidata de Morena tiene un doctorado, ha tenido estancias de investigación en algunas de las mejores universidades del mundo, habla inglés de manera perfecta y se viste con elegancia y recato.
Uno pensaría que los opositores estarían muy contentos. Sheinbaum, de apellido extranjero, no puede esconder su insigne, porte y vocabulario. Es una mujer profesional, no dada al insulto o la grilla como otros políticos, que tiene entrenamiento en ballet clásico, y sí acepta entrevistas “con la prensa liberal de Nueva York” ¡Justo lo que Krauze le había recomendado a Obrador sin éxito!
Me parece que el hecho de que no veamos a quienes acusaban a Obrador de tropical brincar de gusto ante Claudia es evidencia de que su problema con “López” nunca fue su curriculum vitae. Siempre fue lo que Obrador representaba: una forma de hacer política que no dependía de la aprobación de las élites culturales.
A Claudia nadie la puede tildar de “tropical”. Entonces se le tilda de lo opuesto. De ser arrogante, petulante e incluso orgullosa. La razón de las críticas, sin embargo, es la misma. Los insultos que se emiten hacia Claudia son el grito de dolor de una élite cultural a la que sigue sin pedírsele permiso, y que sabe que probablemente seguirá así por seis años más.
Yo no veo a Claudia como una mujer soberbia, sino como una mujer enfocada, disciplinada y seria. Es verdad que no cuenta chistes, pero no pienso que uno sea presidente para ser un payaso. Más aun, no tengo duda de que si Claudia lo fuera se le acusaría cruelmente de no ser apta para el cargo.
Habrá quien lea esto y piense que me equivoco. Que se puede ser profesional sin ser altanero, y acertado sin ser presuntuoso. Tienen razón. Y eso precisamente es lo que ha mostrado Claudia en esta contienda. Claudia es una mujer a la que no le preocupa pasar la semana entera visitando pueblos y comunidades rurales, y regresar a la Ciudad de México a reunirse con banqueros y empresarios. Es una candidata que intentó ir al debate a hablar de sus propuestas más que de chismes.
Claudia tiene, por supuesto, defectos. Pero llamarla soberbia habla más del profundo complejo de inferioridad de quien emite la crítica, que de ella misma.