«Comercio y democracia justa ahora». La pancarta con esa leyenda —escrita en inglés— la enarbola Claudia Sheinbaum, entonces estudiante de la Universidad de Stanford. En la misma imagen, publicada por el Stanford Daily en su portadael 1 de octubre de 1991, se lee en otras dos pancartas: «How many dead people voted in the las election? (¿Cuántos muertos votaron en la última elección)» y «México: the perfect dictatorship (México: la dictadura perfecta)». El periódico estudiantil incluye en el texto una cuarta consigna: «Don’t be fooler, México is still not a democracy (Que no te engañen, México aún no es una democracia)».
Mientras los estudiantes protestaban, el presidente Carlos Salinas de Gortari dictaba en el Anfiteatro Laurence Frost la conferencia Beyond Schools: Teaching and Learning Together («Más allá de las escuelas: enseñanza y aprendizaje juntas»). La futura candidata presidencial cursaba la asignatura «Fuentes de energía», impartida por el Departamento de Ingeniería Petrolera de Stanford. Sheinbaum recordó sus días de activista antes de su postulación por Morena, movimiento popular que infligió al PRI su derrota definitiva. «Desde que era estudiante luchaba por la democracia, por la justicia social y contra el modelo neoliberal», escribió en su cuenta de Twitter (Infobae, 27.06.23).
La manifestación contra Salinas de Gortari para denunciar «la falta de respeto a los derechos humanos y de democracia» reunió a alrededor de 70 alumnos. Su organizador, Carlos Ímaz, estudiante de doctorado, era entonces esposo de Sheinbaum. En el debate del 28 de abril, Xóchitl Gálvez, abanderada de la alianza PAN-PRI-PRD, acusó al esposo de su rival de «ratero», pero el matrimonio se había disuelto en 2016. Sheinbaum militó en el PRD y en la gestión de Andrés Manuel López Obrador se desempeñó como secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal. Más tarde participó en la fundación de Morena y colaboró en las tres campañas presidenciales de AMLO. En 2015 ganó la alcaldía de Tlalpan y en 2018 la jefatura de Gobierno de Ciudad de México.
El episodio en la Universidad de Stanford ocurrió hace 33 años. Mantener los vínculos con los universitarios le produjo a Sheinbaum dividendos. El simulacro electoral del 7 de mayo resultó una epifanía. Más de un cuarto de millón de alumnos de 480 instituciones públicas y 30 privadas de nivel medio superior y superior (UNAM, IPN, UAM, UdeG y UANL, entre otros) distribuyeron su voto así: Claudia Sheinbaum, 162 mil 444 (63.5%), Jorge Álvarez Máynez, 59 mil 128 (23.1%) y Xóchitl Gálvez, 21 mil 845 (8.5%). La papeletas anuladas sumaron 12 mil 290 (4.8%), más de la mitad de las emitidas por la candidata del PAN-PRI-PRD.
Ejercicios de este tipo son raros en los estados, quizá para no despertar el interés de los universitarios por la política y la democracia, y para mantenerlos alejados de las urnas. En La Laguna los organizaba Julio Rodríguez Sánchez, líder empresarial, activista social y director de la Secundaria y Preparatoria Luis Aguirre Benavides (LAB) de Torreón. Los estudiantes anticiparon la primera alternancia en la alcaldía de Torreón, en 1997, con Jorge Zermeño. Sin embargo, el PAN opositor que ganaba elecciones ha desaparecido. Tampoco está don Julio para preguntar a sus alumnos si votarán por Sheinbaum, Gálvez o Máynez. Los jóvenes, contra los que se diga, sí se interesan en el futuro del país. El voto del simulacro nacional dio un mentís al fatalismo y un no rotundo al regreso del sistema represivo y excluyente.