Según la última encuesta sobre hábitos de vida realizada, el 77% de la población realiza diariamente alguna de las tres comidas habituales fuera de casa. Un hábito que no tiene por qué perjudicar a la salud cardiovascular si se siguen algunas recomendaciones. Tan solo hay que tomar una serie de precauciones para evitar que factores de riesgo como la obesidad, los niveles altos de colesterol, la hipertensión o el azúcar en sangre se descontrolen.
Estas son las principales:
– Tomar tentempiés saludables a lo largo del día.
Sentarse a la mesa con el estómago vacío puede hacernos preferir platos con más calorías. La razón es la sensación de que necesitamos mucha energía para que nuestro organismo se recupere. Por eso es buena idea tomar a media mañana un tentempié saludable, como una pieza de fruta.
– Tener la elección hecha antes de sentarse a comer.
Si es posible, ver la carta o el menú del restaurante al que vamos a acudir con antelación puede ayudarnos a elegir opciones saludables, ya que tenemos más tiempo para decidir. Las verduras, legumbres, pescados y carnes blancas se encuentran entre ellas. También es importante tener presente que los platos a la plancha o al horno, en lugar de fritos o empanados, son opciones más saludables. Igualmente son importantes los acompañamientos: mejor una ensalada que unas patatas fritas. Para beber, el agua siempre es la mejor opción. Y en cuanto a los postres, las frutas.
– Pedir antes que los demás.
Si nos adelantamos al resto de compañeros de mesa, evitaremos la tentación de cambiar nuestra elección previa por un plato menos saludable. Es posible que alguno de ellos se decante por ejemplo por platos con muchas grasas saturadas, y que nos sintamos tentados a pedir lo mismo. Pero si pedimos antes que los demás, evitaremos esa situación.
– Olvidarse de la sal.
La mayoría de la población duplica la ingesta recomendada de sal, y ese elevado consumo puede afectar a la salud cardiovascular. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir la ingesta de sodio a menos de dos gramos al día, lo que equivale aproximadamente a unos cinco gramos de sal en adultos. Y esa cantidad incluye la sal visible -la que nosotros añadimos a la comida- y también la invisible, que es la que contienen los productos alimenticios y supone la mayor parte de la que consumimos, sin ser además conscientes de ello. Por eso, si podemos evitar añadir más sal a nuestros platos estaremos cuidando de nuestro corazón.
– Cuando nos llenemos, lo que sobra para llevar.
Cuando nos llenamos significa que ya hemos cubierto nuestras necesidades, aunque aún quede comida en el plato