El presidente Xi Jinping reclama una «solución política» que «tenga en cuenta las preocupaciones de seguridad legítimas de las partes».
Ursula von der Leyen y Emmanuel Macron tenían un objetivo común en su visita de este jueves a Pekín: convencer al presidente Xi Jinping de que utilice su influencia sobre Vladímir Putin para forzar una retirada de las tropas rusas de Ucrania. Pero su misión conjunta en la capital china ha acabado en fracaso. Xi no ha querido comprometerse públicamente a presionar a Rusia y ha defendido una «solución política» que «tenga en cuenta las preocupaciones de seguridad legítimas de las partes». Una referencia a los argumentos de Moscú para justificar la guerra.
Después de las reuniones (dos bilaterales de Xi con Macron y después con Von der Leyen y un encuentro a tres), los dos bandos se han limitado básicamente a repetir sus posiciones ya conocidas. El único compromiso concreto que la presidenta ha arrancado a Xi es el de hablar con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para conocer de primera mano su punto de vista sobre el conflicto. Eso sí, con una importante salvedad: el presidente chino lo hará «cuando las condiciones y el momento sean los adecuados». Aún así, la alemana considera que se trata de «un elemento positivo».
«Sé que puedo contar con usted para hacer que Rusia entre en razón y que todo el mundo vuelva a la mesa de negociaciones», ha dicho Macron en un alarde de voluntarismo a su llegada a la reunión con Xi. Posteriormente, los portavoces del palacio del Elíseo han filtrado que el presidente chino había expresado su disposición a trabajar por una paz justa en Ucrania. Pero ni el presidente chino en sus declaraciones públicas ni sus portavoces han confirmado esta versión.