La frustración se cuela en el auto de Checo Pérez. Ya hila dos carreras en las que el mexicano cae del pedestal de la Fórmula 1, aunque hacerlo en las opulentas calles de Mónaco ha calado duro. En 2022 el mexicano se consagró como nunca al ganar en el circuito de Montecarlo. En 2023 se estampó contra el muro en la prueba de clasificación; en 2024 el rendimiento del Red Bull y el tráfico en pista le hicieron caer en el sótano de la parrilla. Poco podía hacer para remontar desde el lugar 16, pero quería intentarlo. Un furibundo Kevin Magnussen, de Haas, intentó ganarle espacio al mexicano y provocó un aparatoso choque. Los pilotos salieron ilesos, aunque los autos terminaron hechos pedazos y sin carrera.
Un mal sábado se traduce en una mala carrera el domingo. La prueba reina es la clasificación en Mónaco. Un buen puesto en las qualy y tiene medio destino confirmado. Eso, claro, si es que no hay sorpresas, choques, safety car, malas paradas en los boxes. Adelantar en la carrera es tan complicado como encontrar una reservación en un restaurante en domingo. En la clasificación, Checo Pérez tuvo demasiados problemas para fiarse del coche. No superó el primer corte y quedó en el lugar 18. Una doble descalificación de los pilotos de Haas le hicieron subir al mexicano dos puestos. Poco consuelo. El impacto con Magnussen destrozó todo tipo de esperanzas para el mexicano. El chasis del Red Bull quedó severos daños y la temporada del mexicano entra en otra etapa de inestabilidad.