El mexicano se impone en Bakú y acrecienta la sensación de dominio de Red Bull
Fue un sábado atípico en la Fórmula 1. La clasificación habitual no se disputó, porque ya se había realizado el viernes. En el Gran Premio de Azerbaiyán se puso de nuevo en práctica la carrera al sprint, inclusive con una clasificación por la mañana. El ganador fue Sergio Pérez, que tiró de picardía para conseguir la pole.
Sergio Pérez fue recortando tiempo con Leclerc hasta que finalmente consiguió un adelantamiento soñado gracias al DRS. El mexicano completó el adelantamiento por el interior y las caras del box de Ferrari fueron todo un poema, porque confiaban en la victoria del monegasco en la carrera al sprint. Nunca antes estuvieron tan necesitados de una victoria en la escudería italiana. Sabían perfectamente que esta era su gran oportunidad.
Los casi cuatro segundos y medio que Pérez le endosó a Leclerc en solo 17 vueltas dan buena medida del músculo que esconde el monoplaza energético, una sensación que se intuyó en Bahréin, sede del arranque del campeonato, y que se fue acentuando con el paso de los grandes premios. En la cuarta de las 23 que deben celebrarse, no es una chifladura pensar que Red Bull pueda salir a hombros un domingo tras otro y así hasta finales de noviembre.
A Checo Pérez le fortaleció el parón en la Fórmula 1. El mexicano ha ganado por primera vez una sprint, una carrera previa al Gran Premio. Lo hizo en su mejor hábitat: las calles. Y no en cualquiera, sino en el peliagudo circuito de Azerbaiyán. Ahí sorprendió a todos en la pista porque en las clasificaciones previas había marcado ritmos peores que Max Verstappen y Charles Leclerc.