Lo relevante de las elecciones del 2 de junio es la centralidad de la mujer. Una de ellas ocupará la presidencia a partir del 1 de octubre próximo, un hito en la historia de un país machista como el nuestro. Rosario Ibarra de Piedra, del Partido Revolucionario de los Trabajadores, abrió brecha en 1982 y seis años más tarde repetiría la experiencia. Cecilia Soto (PT) y Marcela Lombardo (PPS) participaron en la carrera presidencial de 1994. Pese a su solidez y trayectoria se les excluyó del debate entre Ernesto Zedillo, Diego Fernández y Cuauhtémoc Cárdenas. Patricia Mercado (Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina), Josefina Vázquez Mota (PAN) y Margarita Zavala (independiente) contendieron en los tres últimos procesos.
Vázquez Mota ha sido la aspirante más votada (12.7 millones de papeletas) por representar al partido más longevo después del PRI y estar en ese momento en el poder. La cúpula panista, encabezada por el presidente Calderón, y figuras emblemáticas como Vicente Fox, la traicionó para favorecer al priista Enrique Peña Nieto y bloquear de nuevo a Andrés Manuel López Obrador, segundo lugar en los comicios de 2012. Luego de romper con el PAN por no haberla postulado, Margarita Zavala participó en las elecciones de 2018 como independiente, pero abandonó la competencia tras el primer debate por su abierta desventaja.
Después de 42 años de la primera candidatura presidencial femenina y de un sinfín de resistencias, las principales fuerzas políticas del país se disputan el voto para instalar en la silla del águila a una mujer: Claudia Sheinbaum (Morena-PT-Verde) o Xóchitl Gálvez (PAN-PRI-PRD). La primera navega a toda vela. Además de liderar la intención de voto por un margen promedio de 23.5%, ganó el primer debate con holgura. La encuesta de Enkoll dio por vencedora a la exjefa de Gobierno de Ciudad de México con un 46%. El 25% se inclinó por Gálvez y el 10% por Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano.
El 43% de la muestra piensa que Xóchitl Gálvez perdió la confrontación. Para el 27%, el derrotado fue Álvarez Máynez; y para el 10%, Claudia Sheinbaum. El debate no modificó las tendencias. Pues frente al 7% que dijo haber cambiado el sentido de su voto, el 93% mantuvo su decisión, de acuerdo con la pesquisa publicada por W Radio y El País. Gálvez no logró revertir las preferencias. El entusiasmo de la candidata del frente opositor lo apagó el peso del escenario y la falta incapacidad de sus asesores. Jamás sacó de sus casillas a Sheinbaum y llamarla «dama de hielo» tampoco le sumó puntos a la política hidalguense. Gálvez debió lidiar, en vísperas del encuentro en el INE, con el escándalo por un video donde su hijo, en estado inconveniente, insulta y lanza puntapiés al vigilante de un bar en el exclusivo barrio de Polanco de Ciudad de México.
El golpe de Sheinbaum contra Gálvez, a quien llamó «mentirosa y corrupta» por ser una de sus empresas proveedora del Instituto Nacional de Transparencia (Inai) y por habitar una casa del «cartel inmobiliario», encabezado por alcaldes del PAN en la demarcación Benito Juárez, surtió mayor efecto. Gálvez llegará al debate del domingo próximo más presionada por los resultados del primero. Las dirigencias del PAN, PRI y PRD niegan haberla abandonado, pero la percepción es la contraria. La senadora que pudo ganar la jefatura de Gobierno de Ciudad de México y desde allí proyectar una candidatura presidencial sólida para 2030, fue echada por la partidocracia y los grupos de interés al foso de los cocodrilos, como antes pasó con Vázquez Mota. Zavala escapó antes de ser devorada.